Para los héroes del silencio, Monumento al Soldado Desconocido

Foto: José A. Cortiñas Friman
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Uno de los espacios más conocidos de la ciudad de Camagüey es el Casino Campestre. Con 130 mil metros cuadrado constituye el corazón verde de la urbe y es reconocido como el parque más grande dentro de una ciudad en Cuba. En sus inicios, tenía como objetivo la realización de Ferias en sus espacios, la primera que está registrada fue en 1856. En su conformación conjugan varios elementos importantes: sus monumentos, su historia, cultura y creatividad.

El espacio

Además de sus grandes áreas verdes y lo frondoso de sus árboles que lo convierte en un lugar muy agradable, destacan sitios importantes como la Ceiba de la Libertad; los monumentos a Salvador Cisneros Betancourt, Manuel Ramón Silva, Barberán y Collar, Luis Manuel de Varona y Gonzalo. Dentro de este patrimonio histórico se destaca el monumento dedicado al Soldado Libertador Desconocido. Un obelisco dedicado a todos los hombres caídos en las luchas por la independencia de nuestro país. Esta iniciativa no es solo de la ciudad de los tinajones; en otros lugares del país como en la Plaza Fundacional de la Vigía en Matanzas también se encuentra una estatua con este objetivo.

El monumento

Este monumento se inaugura el 24 de febrero de 1929, fecha importante para los cubanos por el aniversario del reinicio de las luchas por la independencia en 1895. Está conformado por un monolito de mármol estructurado por una base, fuste y una estatua de bronce que le da finalidad al conjunto. En la base se encuentran dos tarjas: una con el nombre del conjunto y otra donde se expresa la intención del mismo, además de un escudo como elemento decorativo que tiene referencia en las culturas europeas. Sobre el monolito de mármol se alza la estatua de un joven oficial mambí con el clásico uniforme de campaña, en posición de “descanse” y portando una bandera como alusión a todos los abanderados de las guerras de liberación.

Bajo el mármol de la base,  yacen tierra de los potreros de Jimaguayú y los restos de un mambí que cayó en la Guerra de 1895, sin identificar. Se tiene registrado que el Coronel del Ejército Libertador Ángel Castillo y Quesada y el capitán Américo Silva fueron los encargados de la exhumación del cadáver y el traslado de los restos. La propia población agramontina corrió con los gastos de la obra y en el momento de la inauguración asistieron varios veteranos que se negaron a que aviones norteamericanos, que por ese entonces se encontraban en Cuba, sobrevolaran el cielo junto a la aviación cubana, como parte de la ceremonia.

Las grandes batallas deben ser recordadas, así como los grandes hombres que la hicieron posible; las ciudades deben regodearse de sus héroes alzándolos en gloriosos monumentos de los que son más que merecedores. Pero en cada gran obra humana siempre existirán nombres silenciados por las altas personalidades y por los tiempos convulsos, pero el silencio no mengua su importancia y su aporte. Logremos siempre hacer un alto ante estos héroes del silencio sin los cuales tampoco fueran posible los triunfos.

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