Peregrinación a la memoria de los antecesores

Fotos: José A. Cortiñas Friman
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Para la Oficina del Historiador este aniversario de la ciudad comenzó con una reverencia, a la memoria de quienes nos antecedieron en la inmensa obra de ordenar la historia  y reconstruir el pasado.

Con ese fin, se dieron cita en el Cementerio General sus trabajadores, junto a los familiares de nuestros compañeros ya fallecidos y amigos. Luego se realizó una peregrinación por las eternas moradas de todas aquellas personas, que dedicaron sus vidas a enaltecer los valores de la otrora Santa María del Puerto del Príncipe: hoy Camagüey.

El recorrido

Esta reverencia al pasado inició desde hace 22 años, con la partida del Historiador de la Ciudad: Gustavo Sed Nieves.

Al decir de sus compañeros cercanos, los historiadores Ricardo Muñoz y Fernando Crespo, él no era universitario, máster o doctor, tampoco necesitaba lo anunciaran por su cargo, porque el conocimiento no cree en diplomas.  Era un ser imprescindible en la búsqueda de cada detalle del devenir del Camagüey, un coleccionista de recortes y legajos, una enciclopedia abierta.

Por eso cada 2 de febrero,  al unísono de la apertura de la Semana de la Cultura, un nutrido grupo de intelectuales e investigadores camina hasta el cementerio, y allí junto a la tumba del gran Sed Nieves, se realiza el homenaje al último de los historiadores oficiales de la villa.

Novedades

Este año, además del hermoso gesto a la memoria de Gustavo Sed, otros 10 compañeros fueron recordados por su entrega al patrimonio, todos de diversas especialidades de la Oficina del Historiador. Frente a los 11 panteones donde descansan  se repasaron anécdotas y valores, junto a las rosas rojas que coronaron la solemnidad.

Sus nombres son: Elda Cento Gómez, Leonardo Atencio, Raúl Manzano,  Eduardo Sabido, Ignacio Álvarez, Amado Silveira, Elpidio Sed, Roberto Balmaceda, y  Bertha Enriques.

Brotaron allí bonitas y emotivas palabras, para recordar y agradecerles  tantos desvelos por preservar el legado de esta querida ciudad: mágica y eterna.

El sentir

Al terminar la peregrinación me quedé recorriendo el cementerio, para apreciar  los muchos avances en su restauración y por azar encontré la linda historia del   maestro restaurador Elpidio Sed Quintana.

Me presentaron a su viuda: Mirtha González, quien estaba muy emocionada por el homenaje a su esposos y los demás compañeros, le comenté que lo conocí cuando comencé a trabajar en la Oficina, hace unos 13 años y tuve una gran impresión al notar la pasión que Elpidio ponía para enseñar a los estudiantes de la escuela de oficios.

Con sus ojos húmedos me contó que era un gran hombre, de esos que derrochaba decencia y bondad, amó tanto a su ciudad,  que ya casi en los finales de su existencia, muy enfermo iba a las obras donde sus discípulos estaban trabajando y siempre que podía compartir saberes y habilidades, regresaba  feliz.

Ella no lo olvida, aunque han pasado 7 años de su partida, un 5 de mayo, el quinto día de cada mes viene a traerle flores y a visitar la tumba, porque no deja de extrañarlo. Está orgullosa al ver cuántos de sus alumnos hoy son especialistas, que rescatan cada detalle constructivo, de la gran obra que es La Ciudad.

Mis Impresiones

Me parece justo y atinado,  en el marco de las celebraciones por el aniversario 508 de fundación de la otrora Villa, no olvidar a quienes nos dejaron una colosal obra de amor y entrega por el patrimonio. Se que Gustavo, Elda y Elpidio, sonríen hoy desde la eternidad al apreciar cuantos alumnos caminamos sobre sus huellas,  para dar continuidad a su labor incansable.

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