Por un día de felicidad

Foto: Archivo OHCC
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Los niños, esas pequeñas joyas que atesoramos en una buena parte de nuestras casas, son los que más han sufrido psicológicamente los efectos de esta pandemia; pues indudablemente no saben analizar con total profundidad el peligro rotundo al que estamos sometidos todos.

Este entorno complica su mejor comportamiento e incluso aporta cambios en su personalidad; me atrevo a afirmar sin ser especialista.

 Aprendiendo y queriéndonos

Pero esto no implica para nada que nosotros, los adultos que los acompañamos, no hagamos lo indecible por aumentar su protección y buscarles diversas alternativas, en las que puedan entretenerse y hasta de forma amena aprendan. Ejemplo de esto son los contenidos que se imparten en las tele clases, los cuales se pueden convertir en momentos agradables, esperados y útiles para sus vidas.

Claro que sabemos esto es bien difícil, pero para nada imposible, pues conozco casos que han aprovechado mucho este tiempo para estrechar las relaciones familiares y como bien nos ha dicho Chamaquili en sus ya esperados, simpáticos y didácticos mensajes, han podido lograr una mejor comunicación con su familia.

Celebración…

Próximamente celebraremos  el día de los niños, el tercer domingo del séptimo mes del año, y como el pasado, no podrán hacerse los festejos habituales; pero si hay muchas sorpresas virtuales…

Por ejemplo la Oficina del Historiador de la ciudad ya tiene un plan de verano donde talleres y otras acciones están contempladas, por tanto los pequeños podrán disfrutar de algún modo, y a través de distintas alternativas, como estamos acostumbrados; de diversas actividades que procurarán hacer de ese día especial así como también los restantes del período estival.

Por eso creo ahora es cuando mayor precaución tendremos que lograr con los pequeños, pues para nadie es un secreto que los casos en estas edades aumentan, y nosotros, en buena medida somos los responsables.

Procuremos celebrar esa fecha con la disminución de infantes aquejados de la enfermedad y solo así habremos cumplido con el gran deber y legado que la educación cívica nos exige, para  entonces proclamar con la alegría que siempre lo hace Elpidio Valdés: “Feliz día compatriotas”.

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