¿Qué sería de una nación sin sus jóvenes? ¿Cómo preservaríamos el patrimonio sin tener a quien transmitir un legado?
Preguntas que se agolpan para dar por respuesta: a que la juventud, que más que cantera o relevo, continúa siendo esperanza de futuro, aires de felicidad. Y a pesar de lo convulso de las realidades del mundo o de los tiempos, los jóvenes siguen pareciéndose a su tiempo y la forma en que estos lo llenan de metas por cumplir.
Siglo XXI, tecnología e historia convergen en el mismo escenario, siglo del cambio, de retos en avance a más velocidad que la propia luz; pero abres la puerta y ahí están los jóvenes prestos a ocupar un cargo de dirección como si siempre lo hubieran hecho, allí están en proyectos complejos que engalanarán a su ciudad.
Y es que no dejan de sorprender los jóvenes hasta los que están de paso y entregan su impronta por un ratico en las prácticas laborales o simplemente en un intercambio. Es entonces cuando nos volvemos a preguntar, ¿es sólo aquí en nuestra casa grande: la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey? Pues claro que se debe repetirse esta realidad en todos los lugares donde un alma joven y con deseos colme la obra con extremo cariño.
Justo hoy 4 de abril, día en que se celebran los aniversarios de dos organizaciones de futuro en Cuba: la OPJM y la UJC felicitamos y hacemos extensivo el agradecimiento a todos los jóvenes que entregan sus sueños por la preservación del patrimonio. A cada uno de ellos que preferimos honrar con la palabra y no con nombres, porque la lista sería más fría que este abrazo; muchas felicidades.
Sigan siendo esa albacea que recibe y transmite el patrimonio a futuras generaciones. Continúen engalanado el presente con sus ideas porque el futuro lleno de sueños los espera.