Reeve, luchador por la libertad de Cuba

Foto: Archivo OHCC
Share on facebook
Share on twitter

Rubio, de melena sedosa y encrespada, de ojos azules y vivaces, de cuerpo era delgado, y de ademanes ágiles, culto e inteligente, y grácil en el trato con los demás, amistoso y cumplidor. Había nacido en el Condado de Brooklyn, ciudad de Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica, el 4 de abril de 1850, hijo del matrimonio integrado por el devoto protestante Alexander Reeve y Maddie Carrol. Tenía dos hermanas. Fue empleado bancario.

Reeve «El inglesito» o «El americano»

Reeve contaba con adiestramiento militar recibido para combatir en la Guerra de Secesión del lado del Ejército del Norte antiesclavista e industrial, enfrascado en lograr la abolición de la esclavitud y la trata negrera. Fue tamboril de la tropa. Tenía quince años de edad. Al cese de la contienda, ejerció como empleado del comercio en el oficio de tenedor de libros, lo que debió proporcionarle lecturas instructivas para enriquecerle su cultura general.

Llevaba, desde febrero de 1868, el sobrenombre «Henry Earl» por responder afirmativamente a la convocatoria de lucha armada hecha por la Junta Revolucionaria Cubana en Nueva York, en la que hacía labor Francisco Javier Cisneros Correa y el norteño Thomas Jordan, y enrolarse él en la expedición del vapor Perrit cargado de armas y municiones e integrada en mayoría por cubanos, 80 norteamericanos, venezolanos, mexicanos, un húngaro y un polaco, que desembarcarían en Cuba, en la península del Ramón, en mayo de 1868.

Henry Earl y el Mayor Ignacio Agramonte

El 19 de mayo de 1869 tuvo su bautismo de fuego contra una fuerza española en el combate del camino a Canalito.[1] El general Jordan elogió su aptitud guerrera y le premió con la entrega de un fusil. Luego pasaría al Júcaro, en la jurisdicción de Holguín. Vendría el combate de La Cuaba, al que le sucedería el de Las Calabazas, donde él y otros insurrectos extraviados entre la sabana del lugar, rodeados de la infantería enemiga fueron capturados y fusilados, de lo que logró sobrevivir milagrosamente ya estando en el campamento del brigadier Luis Figueredo, en el Mijial. El 13 de junio fue ascendido a sargento segundo.

Después de librar varios combates, solicitaría a Félix Figueredo y a Donato Mármol Tamayo su pase al Camagüey; lo que sucedería en octubre de 1869, al ratificarse el traslado del general Jordan al Camagüey. En Ciego de Najasa Figueredo presentaría al teniente recién ascendido al Mayor Ignacio Agramonte.

«Agramonte, -señalaría Martí-, miraba con especial estimación a H. Reeve». En efecto, lo llevaría a su lado como parte de su Escolta, en acciones combativas que dirigió, en los campamentos donde El Mayor instalaba Academia de entrenamiento militar, en el rescate del brigadier Sanguily, y al potrero donde colmaría su gloria Ignacio Agramonte, el 11 de mayo de 1873. En todos los episodios de la Revolución, Reeve probó su lealtad absoluta al Mayor y su sincera solidaridad con los patriotas cubanos.

Es sabida la anécdota por la cual el brigadier Reeve increpó a un oficial camagüeyano al anunciar de modo indebido la llegada al campamento mambí en la finca La Aurora del «Mayor» Gómez. Para El Inglesito solo había un Mayor, y ese había caído bravíamente en Jimaguayú por Cuba y por América. Por fin, al asumir el mayor general Máximo Gómez el mando del Camagüey y arribar al campamento de H. Reeve, en la finca La Aurora, el día 5 de junio, posteriormente reseñaría en su carta de pésame a su viuda Amalia Simoni, el 30 de septiembre de 1891: «He sido recibido por este Jefe y su pequeño Escuadrón de Caballería con una atención y cortesía oficial admirables (…). El Teniente Coronel Reeve me regala un caballo. Reeve es un carácter puramente militar, une a un valor probado  una rectitud y seriedad poco común en su modo de mando. De aquí que sus soldados a la vez de un respeto  profundo le quieren como a un padre».[2]

Enrique Earl o El inglesito seguiría cabalgando en combate por las llanuras del Camagüey, fiel al espíritu de lucha y victoria impregnado a sus hombres por el Mayor Agramonte; y con ese mismo espíritu por ver a Cuba Libre se iría a caer en Yaguaramas, el 4 de agosto de 1876.

_______________

[1] En el combate de encuentro, los españoles tuvieron 40 muertos, 60 dispersos y varios prisioneros quedaron en poder de los cubanos. (Periódico El Republicano, Cayo Hueso, Agosto 7 de 1869). Parte del general Thomas Jordan. En: Toste Balart, Gilberto: Reeve: el Inglesito. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978, pp. 56-57.

[2] Jiménez Pastrana, Juan: Ignacio Agramonte. Documentos. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, pp. 345-346.

Más relacionados