Por: Ricardo Muñoz Gutiérrez
El patriota antimp erialista Salvador Cisneros Betancourt nació el 10 de febrero de 1828, en el seno de una de las familias más ricas de Puerto Príncipe. Muy joven hereda el título de Marqués de Santa Lucía.
Fue uno de los principales conspiradores del movimiento independentista que sostienen los cubanos contra España, su actitud decide el alzamiento de los camagüeyanos el 4 de noviembre de 1868 en Las Clavellinas. En los días anteriores, y durante la reunión de Las Minas, donde se discutía continuar la lucha o entrar en negociaciones con la Metrópoli, denuncia la traición y aboga por continuar sobre las armas. Al vencer las posiciones revolucionarias y constituirse el Comité Revolucionario de Camagüey, lo integra junto a Ignacio y Eduardo Agramonte. En febrero del siguiente año, al constituirse la Asamblea de Representantes del Centro como máximo órgano de dirección de la revolución en el territorio, y que declaró la abolición de la esclavitud, Cisneros es uno de sus cinco integrantes.
Constituyentista
En la Asamblea Constituyente de abril de 1868, en Guáimaro, defiende la supremacía del poder civil sobre el militar y al constituirse la Cámara de Representantes, es elegido su presidente. Cuando este órgano destituye a Carlos Manuel de Céspedes como Presidente de la República en Armas, Cisneros Betancourt, por ser la máxima autoridad de la Cámara, lo sustituye con carácter provisional.
La sedición militar del mayor general Vicente García, contra el gobierno, provoca su renuncia en 1875 y cuando en 1878 parte de las fuerzas cubanas, cansadas por diez años de duro y difícil bregar, le exigían a la Cámara de Representantes negociaciones con España sin independencia, se opone a ello y a la disolución de ese órgano; pues no lo considera digno. Se niega a entrar a la ciudad de Puerto Príncipe con las fuerzas cubanas capituladas y un día después, se entrevista con Martínez Campos, para expresar su inconformidad con el régimen de dominación y solicitar, por lo menos, la abolición de la esclavitud.
Aunque muchos se referían a él como el Marqués, solo le permitía a sus compañeros de lucha que lo llamaran así. El título de Marqués significaba “súbdito del rey de España” y el mambí descamisado no lo era.
Constancia revolucionaria
Vive en el exilio, de la numerosa familia solo le quedan dos hijos, hembra y varón. Solo regresa a Cuba cuando los principales líderes independentistas le solicitan su presencia en Camagüey para aunar y coordinar voluntades.
En la gesta independentista de 1895 también es el líder en la provincia. Ocupa la presidencia de la República desde 1895 hasta 1897, y no vacila en sacrificar todo por la libertad de la Patria. También en esta contienda, su actividad formando órganos de dirección revolucionaria, ha sido criticada por su civilismo e intromisión del poder civil en los asuntos militares, siguiendo las opiniones y la literatura de guerra escrita, fundamentalmente, por oficiales del Ejército Libertador.
El eterno mambí
Al finalizar la dominación española e iniciarse la ocupación Norteamericana, denuncia los verdaderos intereses de los Estados Unidos sobre Cuba y su proceder para frustrar la independencia y mantener su dominio sobre el país. Es el principal crítico de todas las órdenes militares y medidas del Gobernador Militar en las elecciones y organización de la Constituyente, y la imposición de la Enmienda Platt; evidenciando una clara visión política.
Instalado el modelo neocolonial de dominación o República dependiente, desde su puesto en el Senado o en la prensa, denuncia la hegemonía norteamericana y el servilismo de los gobiernos de turno, los males de la colonia que florecen en el siglo XX, y condena la sucia política que es práctica habitual de los partidos políticos burgueses. A pesar de su origen aristocrático, se vincula y trabaja por la causa de sectores pobres del pueblo cubano. Una constante de estos últimos tiempos fue la labor para crear una agrupación patriótica que uniera todas las voluntades, lograr la abolición de la Enmienda Platt y conducir la creación de un gran Partido Revolucionario Cubano, que hiciera real el lema martiano de “con todos y para el bien de todos”.
Soñando con la independencia absoluta de Cuba fallece el 28 de febrero de 1914. Su cadáver fue velado con los máximos honores y su sepelio en Camagüey se convirtió en una multitudinaria manifestación de duelo popular.