Sociedad victoria, un legado de concordia

Foto: Cortesía de la entrevistada
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El abuelo Villalón estaba siempre dispuesto a complacer a sus nietos y a los niños del barrio. Sus fuertes manos de carpintero eran capaces de hacer milagros con la madera. De cualquier trocito de palo surgían güines para papalotes, un bate, un carrito… o cualquier capricho de los muchachos.

No muchos conocían que detrás de aquel dulce anciano había un luchador por los derechos de inclusión de los obreros, un promotor de valores y respeto para las personas de cualquier raza o credo.

Juan Amado Villalón fue uno de los presidentes de la Asociación Victoria (1904-1960) fundada por veteranos de la guerra de independencia de 1895. Según el reglamento, los miembros debían ser negros, de buena conducta y antecedentes de igual condición.

Nota de la Sociedad Victoria

Las mujeres se admitían al ser representadas por un caballero de la familia, y en su defecto, por una señora jefa de hogar. Este último rasgo fue distintivo y emancipador para la mujer, porque casi la totalidad de otras sociedades las admitían solamente con la condición de esposas o hijas solteras de un asociado.

La Victoria -ubicada en la calle San Clemente esquina Lugareño- al cerrar sus puertas cedió el local a otros proyectos sociales. Hoy, convertido en el Teatro Guiñol, acoge a niños camagüeyanos.

Villalón como presidente

En busca de otras aristas de esa asociación camagüeyana para los obreros de color, que este 20 de mayo celebra el 123 aniversario de su fundación, llegamos a la casa de la familia Villalón. Ubicada en San Martín No. 76, entre Palma y Verges, su hija Miryam Villalón Bravo me recibe con el orgullo que comparten sus descendientes, por un hombre justo y muy especial.

Su padre fue presidente de La Victoria durante varios años, en la década 1950-1960. Según recuerda ella, las familias de los miembros se reunían los domingos en los campos Maceo, para realizar actos cívicos relacionados con efemérides de la Patria. También confraternizaban, se apoyaban y compartían un mismo ideal: El vínculo con las luchas por la igualdad social, la de los obreros y de las mujeres.

En las oficinas de la presidencia, en los altos del local, Miryam supo años después que se reunían a conspirar contra la dictadura de Fulgencio Batista. Su padre compartía la presidencia con importantes figuras de la intelectualidad de vanguardia, como Francisco Guillén Batista (hermano del Poeta Nacional) y la maestra normalista Felicita Ortiz.

Por esas razones secretas, un día irrumpió en su casa el temido jefe de la guardia en Camagüey, el esbirro “Pata de Ganso”. Pero la luz de su esposa lo libró del mal rato, pues ella, previendo lo que se acercaba, tiró los libros y actas a la letrina. Con ellos desaparecieron las evidencias de los revolucionarios.

Otros eventos de importancia en la Asociación Victoria

En 1925, en sus locales se realizó la primera Confederación Nacional Obrera. En su programa, redactado por Rubén Martínez Villena, se pidió la admisión de los obreros negros en todos los oficios y departamentos de las industrias y empresas cubanas. Con la fundación del Comité de Restauración Social, se canalizaron protestas, peticiones y preocupaciones sociales.

Sus líderes fueron expresión de la intelectualidad vinculada al proceso revolucionario; hasta que, en 1960, con el devenir inclusivo del nuevo proyecto social, la Victoria había logrado su propósito inicial y dejó de funcionar.

Sus miembros se sumaron a la fundación de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), a la Asociación de Combatientes y a otras tareas de la Revolución.

El abuelo

Juan fue dirigente sindical durante todos sus años laborales. Siempre lo acompañó su guitarra. Dicen que sus rudas manos de carpintero y ferroviario eran muy ágiles para tocar y cantar a la justicia.

Con el triunfo del ´59, se unió al movimiento de la Casa de la Trova, pues vino de Santiago para echar raíces en esta tierra, y de allá trajo la sonoridad y el instrumento, ligados a principios inquebrantables.

Mirando en el tiempo, Miryam piensa que su niñez ligada a la Sociedad Victoria fue sana y feliz, que los buenos preceptos que siempre defendió su familia se fraguaron en aquella suerte de fraternidad en la que los negros -con su aporte a la libertad- conquistaron un lugar en el cual no existen diferencias de razas, solo hermanos de lucha.

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