Era como cualquier joven de su tiempo, alegre, apuesto, inquieto; pero de firmes convicciones. Muy seguro de no concordar con ningún abuso social. Hoy nos acercamos a otro camagüeyano que ofrendó su vida a la patria y de quien queda mucho por decir: José Rodríguez Vedo o mejor Tato Rodríguez.
De la mano de su compañero de estudios e ideales: Antonio Fontes, hoy regresamos a las luchas estudiantiles contra la dictadura de Fulgencio Batista, en especial a las de la Escuela Profesional de Economía, pues sus aulas aportaron valiosos revolucionarios como: Cándido González, Rodolfo Ramírez Esquivel, Horacio Cobiella, Noel Fernández y el propio Tato.
El guía en este viaje…Antonio
Debo acotar que no fue fácil desempolvar la historia de Tato, pues ya no quedan muchos de sus coetáneos para contarla; pero conté con la dicha de conocer a Antonio Fontes, quien además de tener una trayectoria muy llena de sucesos, tuvo la visión de recogerlas en dos libros y en sus volúmenes sobre: EL hermosos costo de hacer Revolución y el Volcán.
En ellos narra las vivencias de sus compañeros del directorio revolucionario, las acciones en la clandestinidad y finalmente sus experiencias en la Batalla de Santa Clara junto al Che.
Así que después de hojear estos tesoros de la historia camagüeyana, compartir un buen café y mantener la distancia física, que establece la actual pandemia para no enfermarnos, traemos a José Rodríguez Vedo, a las calles de esta ciudad que lo vio crecer como el valioso hombre que fue.
Tato
Según recuerda Fontes, despuntó muy temprano en la Escuela de Economía por sus inquietudes de pensamiento contra las injusticias y el abuso, que ya sembraba el temor entre los cubanos.
Con tales aptitudes resulta elegido como “Delegado” en los cursos 1954 y 1955. Participa en la toma de ese centro como una operación de los revolucionarios en el territorio, por lo que resulta golpeado por la policía durante el asalto.
Otros 19 compañeros resultaron apaleados por los esbirros, algunos torturados y otros asesinados. Antonio recuerda con toda claridad ese día gris, pues en la noche fue hasta la casa de Tato, para tener noticias y lo encontró bastante golpeado.
Ya muy fichado por el gobierno local, se traslada hacia La Habana en febrero de 1956 y se vincula a la lucha contra la dictadura desde las filas del Directorio Revolucionario, organización en la cual cumple diferentes misiones, entre ellas la de viajar al extranjero para conseguir armas y así despistar al enemigo.
En marzo de 1958 regresa clandestinamente a Cuba y de inmediato continuó la lucha, pero desde La Habana, junto a su compañero de acción, el dirigente estudiantil y combatiente revolucionario Pedro Martínez Brito, también ex alumno de la escuela de economía. Pero su afán duraría poco tiempo.
El 10 de julio de 1958, se encontraba en un apartamento ubicado en la calle B No. 459 en el Vedado, junto a Pedro, donde son sorprendidos por la Policía Nacional. Tratan de escapar, saltando hacia un edificio contiguo, pero fueron abatidos por ráfagas de disparos, capturados y asesinados. Sus cuerpos fueron arrastrados y maltratados por miembros de las fuerzas represivas.
El adiós de su pueblo
Al conocer la noticia del asesinato, la familia de Tato reclamó el cuerpo, lo trajeron y velaron en la calle Quiñones. Sus compañeros de profesión y los del movimiento 26 de julio fueron a darle el último adiós, la policía estuvo presente todo el tiempo en el sepelio y mantuvo la vigilancia por todo el trayecto hasta el cementerio.
Las mujeres del movimiento asistieron vestidas de rojo y negro, una multitud acompañó el cuerpo por la calle República. El asedio de los guardias no pudo impedir que se cantara el himno nacional, ni evitar que al llegar a la última morada, el escritor y poeta camagüeyano, Luis Suardías; despidiera el duelo con los honores que merece un patriota.
La muerte de Tato Rodríguez fue una gran pérdida para la patria que conmovió a los camagüeyanos, pues otro joven de su tiempo caía por una causa común y su vida truncada, dejaba el llamado a la Lucha, la libertad ya estaba muy cerca.