Por: Verónica E. Fernández Díaz
La figura legendaria de El Mayor Ignacio Agramonte y Loynaz ha sido fuente de inspiración para muchos músicos cubanos. Una parte importante de estas obras se encuentra entre los fondos de la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella, pues, aunque parezca inaudito, la Biblioteca Nacional José Martí carece de estos textos.
Otras piezas a El Mayor se encuentran en fondos personales o forman parte de áreas públicas en la ciudad de Camagüey. Me refiero en particular a la canción Al Mayor, del trovador Silvio Rodríguez, cuya partitura grabada en piedra se ha integrado a la plaza de San Juan de Dios -lugar donde se exhibieron los restos mortales de Agramonte antes de tener su descanso eterno y final en el Cementerio General de la urbe.
Los trovadores, con su desenfado performático y su peculiar gusto por cantar sobre hechos y egregios de la Revolución, han sido los que con mayor énfasis han referido a Agramonte en su obra.
De la llamada trova tradicional, el singular Sindo Garay, en su pieza A Camagüey hace referencia al prócer camagüeyano en una canción que, si bien fue grabada, no se encuentra registrada en alguno de los archivos fonográficos del país. Tampoco se conocen sus versos, ya que no fue registrada en derecho de autor o cancionero alguno, y no se conservan copias de la grabación.
De la Nueva Trova se ha hecho muy popular la canción de Silvio Rodríguez que tiene por título El Mayor. La pieza ha sido grabada en diversos soportes (acetato, casete, CD) y cuenta con una variedad de versiones como la realizada por la agrupación Moneda Dura, o el DJ camagüeyano Miler -en la cual la melodía es liderada por la trompeta, una especie de símbolo que inmediatamente pone al escucha en asociación con los toques de corneta del Ejército Libertador.
Pero sin dudas, es el original de Silvio Rodríguez un texto insuperable por su carga poética y valor musical. Una obra dedicada a Ignacio Agramonte que resulta de especial interés se encontró en el archivo personal de Pedro Pimentel, quien fue responsable de la sala de música de la Biblioteca Provincial durante muchos años.
Se trata de un poema de Nicolás Guillén titulado Agramonte – Camagüey, musicalizado por Carmen de la Torre, quien, si bien no fue trovadora, tiene un corpus creativo en el que se encuentran algunos temas de carácter histórico; amén de que perteneció a una de las más importantes familias camagüeyanas de músicos que vivió entre finales del siglo XIX y buena parte del XX.
Esta partitura, para voz y piano, fue interpretada en numerosas ocasiones por la profesora y compositora camagüeyana Caridad Fernández. En su texto expresa el poeta:
Camagüey, Camagüey
¡Oh, llanura materna! ¡Tierra mía!
Ancho cuero de toro seco duro,
Ni un monte tienes de granito puro
Que interrumpa tu tensa geografía.
Ni un monte de granito
¡Oh! Llanura materna, tierra mía
Que interrumpa tu tensa geografía
Ancho cuero de toro seco y duro.
Se alza Agramonte de granito puro
¡Oh!, llanura materna, tierra mía
Ancho cuero de toro seco y duro
Alto sobre tu tensa geografía
Un monte se alza de granito puro
Que es un ojo sin sueño tierra mía, tierra mía.
Otro trovador camagüeyano, Miguel Escalona, compone su tema titulado Al 11 de mayo haciendo alusión a la caída en combate de El Mayor. En esta canción, el tema de la muerte toma un vuelo poético simbólico en la especial conjunción entre verso y música:
Esta muerte no es la tuya, Mayor,
No es muerte la del hombre que se queda,
No es muerte esa punzada ardiente,
Ni la bala persiguiendo la vida de tu cuerpo,
Ni tu cuerpo en la sabana
Ni la sabana herida con tu sangre…
No es muerte esa canción sin yugos
Ni la flor victoriosa que sembraste
Esta muerte no es la tuya, Mayor.
Porque no hay muerte que cabalgue,
porque no hay pecho vivo que descienda,
porque no hay cuerpo que trascienda de la herida,
porque no hay muerte que nos deje con la vida.
Años después, el también trovador Antonio Batista retoma el tema de la muerte del prócer en su canción El mito, una muerte vencida, rendida ante la grandeza del hombre, sus hazañas y su inmortalidad.
Esta selección de trovas dedicadas a El Mayor Ignacio Agramonte y Loynaz no es solo un homenaje al prócer en el aniversario de su natalicio; es también una ofrenda a los trovadores y a los 50 años del movimiento de la Nueva trova declarada Patrimonio Cultural de la Nación. Obras que son orgullo de un pueblo que ha tomado el calificativo de agramontino.