A 76 años de su partida física su impronta es imposible de olvidar, la traición y el crimen se dieron la mano para robarle una de las más valiosas vidas a este pueblo, la del líder azucarero Jesús Menéndez Larrondo.

El villaclareño nació de los propios campos cañeros donde sufrió explotaciones de todo tipo, además de la racial porque era negro, por eso luchó y fue el alma de este sector poblacional y de la disputa por sus reivindicaciones.

Fue asesinado por orden del gobierno norteamericano con la excusa de poner en peligro sus intereses en la isla.

Su muerte estremeció a toda la nación y su entierro es recordado como una de las más grandes manifestaciones de duelo de nuestra historia.

Se cuenta que hizo atemorizar al gobierno de turno y a los propios norteamericanos. Tanta fue su popularidad que sintieron miedo de un despertar del sector que Lázaro lideró.

Lo asesinaron en Manzanillo y dos días después, su cadáver en viaje a la Habana pasó por Camagüey, donde los lugareños no hicieron esperar para rendirle todos los homenajes.