Un mambí de “armas tomar”: Chicho Valdés

Foto: Archivo OHCC
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Si usted pregunta por Manuel de Jesús Valdés Urra entre los amantes de la Historia Patria -especialmente de las guerras independentistas- algunos se quedarán pensativos, como quienes buscan en la memoria la familiaridad del nombre. Otros, responderán de forma rápida: “ese es Chicho, el patriota principeño de múltiples anécdotas y arrojado valor”.

Y es que Chicho fue de los hombres que acompañaron a Joaquín de Agüero y Agüero en el alzamiento de San Francisco de Jucaral el 4 de julio de 1851. Fracasado el plan, se oculta en el ingenio “El Peñón” de sus amigos Juan de Dios, Fernando y Agustín Izaguirre, hasta que embarcó por el puerto de Nuevitas hacia Estados Unidos -donde residió varios años.

Su amor a la independencia lo manifiesta de disímiles formas. Pocos cubanos conocen que a sus hijos los nombró Hatuey y Guarina. En Estados Unidos formó parte de la Junta Revolucionaria Cubana. Manuel de Jesús era partidario del inicio de la lucha de forma inmediata, y promovía la sublevación de los esclavos como futuros combatientes de la independencia. El historiador Ricardo Muñoz reconoce que su postura influyó en la posición abolicionista de la Revolución.

En diciembre de 1865 se reunió en Guáimaro con Francisco Vicente Aguilera, Carlos Manuel de Céspedes y otros patriotas orientales para coordinar acciones y organizar un movimiento contra España. Por sus actividades conspirativas, fue detenido el 7 de julio de 1868 en su ciudad natal.

Chicho apoya de forma rápida el inicio de la Revolución el 10 de octubre de 1868. Se alza en la primera quincena de octubre con un grupo de camagüeyanos que organiza en la finca El Rosario y marcha al frente con uno de los destacamentos hacia Najasa.

Intransigente con sus ideas independentistas, acude a la intentona pacifista el 26 de noviembre de 1868 en la Reunión de Las Minas, comandando 300 hombres- la mayor partida del Camagüey- donde interviene en el debate y se pronuncia por continuar la lucha armada.

Más tarde establece su campamento en la comarca de Ciego de Ávila y Morón, donde realiza acciones combativas y suma a su tropa importantes hombres de la zona con la intención de llegar a la jurisdicción espirituana y posteriormente extender la lucha hasta el colindante territorio villareño, aunque la derrota sufrida en el combate El Trapiche lo obliga a regresar a Camagüey.

Dos meses más tarde infligió una de los descalabros más prominentes al Ejército español, cuando ataca la columna de alrededor de 3 000 hombres que operaban bajo las órdenes del brigadier Juan Lesca, en el lugar de la Sierra de Cubitas que hoy se conoce por el Paso de Lesca. Su valor quedó plasmado en un poema anónimo que con el humor que caracteriza a los cubanos deja evidencia de su patriotismo.

Al General Lesca

Dicen que “Chicho” Valdés

Te hizo huir en confusión

Y tomándote un cañón

Como dos y una son tres

Diz que se viró al revés

Tu bandera vencedora

Y que como justicia llora

Aún tú segura ruina:

Que cese ya tu doctrina

Porque ya llegó la hora.

Otra de las anécdotas sobresalientes relacionada con su persona es la del mitin durante la Asamblea de Guáimaro, cuando llamado a dirigir la palabra a la multitud que concurría llena de fervor patriótico, los convida a pelar con la frase histórica “La madre del que no pelee”.

Un mes más tarde, ante el rumor de que fuerzas españolas se organizaban para recuperar el poblado de Guáimaro, el Gobierno en Armas determina su incendio.  Chicho participa al mando de 100 hombres, para colaborar en la ofrenda patriótica.

En la reorganización del Ejército Libertador en julio de 1869 fue nombrado jefe de Farmacia en el Estado del Camagüey, cargo que conservó hasta 1870, cuando enfermo de cólera -uno de los grandes flagelos para los mambises en los campos insurrectos- muere el 6 de enero con tan solo 41 años de edad en San José de Guaicanamar, donde fue asistido por el médico Manuel Ramón Silva.

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