Un monumento, homenaje a numerosas historias de patriotismo

Foto: José A. Cortiñas Friman
Share on facebook
Share on twitter

Si usted es un transeúnte habitual o un viajero observador, al pasar por la Avenida Finlay, se preguntará a quien está dedicado el monumento ubicado en la cercanía de la línea férrea, confeccionado en mármol y rematado con la figura de un ángel en la parte superior, mientras a bajo relieve posee la inscripción: Con la sangre vertida de estos héroes se forjó la independencia de Cuba. Glorifiquemos su memoria.

Y de pronto las respuestas pueden sorprenderles, no está dedicado a una persona, sino a patriotas fusilados durante la Guerra de los Diez Años – y no precisamente en ese lugar sino en la parte trasera del antiguo hospital militar, hoy Hogar de Ancianos Manuel Ramón Silva-, entre ellos Amado Oscar Céspedes Céspedes, hijo de Carlos Manuel de Céspedes.

La palabra monumento, proviene del latín monumentum, que significa recordar. Propósito del coronel del Ejército Libertador Ángel Castillo Quesada, del Consejo Territorial de Veteranos y del pueblo camagüeyano quien costea por suscripción popular la obra inaugurada en la simbólica fecha del 24 de febrero de 1929 para perpetuar la memoria de sus hijos.

Desde la historia

La historiografía nacional reconoce los años 1870 y 1871, como años terribles para la Revolución cubana, las dificultades para el arribo de expediciones con logística militar y otros enseres necesarios para los insurrectos, el hambre, las enfermedades en la manigua, la carencia de alimentos, medicinas y armas se unía a la fuerte ofensiva española que se ensañaba con las familias mambisas y los prisioneros capturados.

En 1870, fue hecho prisionero Amado Oscar Céspedes Céspedes, quien antes de ser juzgado por las autoridades militares españolas, la saña y los procedimientos frecuentes de odio habían dictado su sentencia por el patriotismo demostrado en el Ejército Libertador y la condición de hijo del Presidente de la República en Armas.

Se conserva la carta de 1 de junio de 1870 enviada a Carlos Manuel de Céspedes donde el capitán general Antonio Caballero y Fernández de Rodas le da conocer que su hijo se encuentra prisionero y si declina se le respetaría su vida, estratagema que en sí misma llevaba la deshonra y la felonía, ya que Oscar Céspedes había sido fusilado el 29 de mayo, días antes de estar firmada la misiva con fecha.

A pesar de ello, sin conocer tal acontecimiento, la respuesta no se hace esperar, Carlos Manuel de Céspedes, alega que Oscar no es su único hijo, sino que lo son todos aquellos cubanos que pelaban por la independencia de Cuba, nacería con su actuación uno de los epítetos más hermosos dedicados al héroe que existen en la nación, el Padre de la Patria.

Hoy a 152 años de aquel suceso, con la certeza de que los investigadores e historiadores pueden confirmar a través del libro Segundo del Cementerio General de Camagüey correspondiente al año 1870 su muerte y a pesar de no hallarse identificada su tumba, los cubanos le rendimos homenaje eterno en el monumento a los Fusilados de la Guerra de los Diez Años.

Más relacionados