Un pequeño gigante

Fotos: Cortesía de Rubén Martínez
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Cuando el timbre del teléfono sonó a deshora en casa de Ramón Martínez, él sabía la noticia que aguardaba.

-Si, ya sé, te llamaron para una misión.

– ¿Papá eres adivino, cómo estás tan seguro?

– Es que más sabe el diablo por viejo… y al estar en la lista del contingente Henry Reeve, es de esperar que dieras el paso al frente.

La despedida

Antes de lo previsto Ramón se fue en el primer carro que encontró para la capital, llegó entrada la noche al Centro de Colaboración Médica, donde se preparan para los protocolos a seguir, a los galenos que saldrán en condiciones especiales.

Allí pudo ver a su hijo Rubén, conversaron hasta el amanecer. En la mañana del 21 de marzo fue despedido y en unas horas ya estaba volando a Lombardía, la región más infectada por el coronavirus en Italia.

Lo que vino después

Primero vino el miedo, la preocupación, pero a la vez eran sentimientos encontrado, porque la confianza en que Rubén Martínez, como todos los médicos cubanos, están bien preparados y les sobra corazón, para enfrentar cualquier cosa, no se discute.

Pronto las penas se desvanecieron, cuando iniciaron su comunicación casi diaria y el joven doctor camagüeyano, le mostró a la familia toda la seguridad y el rigor con que trabajan.

También les contó sobre el aplauso con que los recibe aquel pueblo agradecido y las muestras de gratitud que los colmó de abrigos y cobijas, para sobrevivir al crudo invierno que aún persiste por el lejano país europeo.

El corazón de Ramón

Se le estruja el corazón al contarme esta bella vivencia, pero asegura estar orgulloso de su “pequeño gigante”, sí, porque en eso se le convirtió su hijo sin darse cuenta, y hoy está en la primera línea de combate junto a 47 compañeros que salvan vidas en Lombardía, de la epidemia que hoy azota a 180 países en todo el mundo.

Los héroes de batas blancas nos enorgullecen. Todas las noches Cuba aplaude a los galenos de cualquier latitud y a los héroes anónimos que los asisten. Hoy desde la tierra de El Mayor, el joven doctor Rubén Martínez hace honor a su gentilicio de agramontino, y mucho nos complace saber que uno de los nuestros está allí.

Gracias a su padre por contarnos esta historia, que es la de tantos cubanos, que partieron con su mochila del lado del corazón a brindar salud a los necesitados. Para él y para todos: nuestra ovación.

 

En audio el testimonio de Ramón Martínez

 

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