En la esquina que forman las calles Santa Rosa y Francisquito, conocidas así popularmente por los camagüeyanos, en la actualidad Florentino Romero y Dr. José Rodríguez # 120, se encuentra el inmueble que en su interior acogió desde 1932 a uno de los mayores gremios del sector ferroviario en el país, “ La Hermandad Ferroviaria de Cuba”. Por su importancia en la historia del Camagüey hoy volvemos la mirada hacia esa hermandad.
El 6 de julio de 1920 se fundó en la calle Santa Rosa # 30 antiguo, “La Hermandad de Ferrocarrileros” en una casa colonial de la segunda mitad del siglo XIX, de madera y teja de amplio frente. En la actualidad es de mampostería y conserva su techo muy parecido al que poseía por los años veinte del pasado siglo XX. Su primer presidente fue Andrés Otero Bosch.
En su seno se unieron los maquinistas, fogoneros y telegrafistas que laboraban en la The Cuba Railroad Company llegando a contar en sus inicios con más de 350 miembros para tener una organización a través de la cual se representaban sus interese ante la empresa, mediante sus delegados designados. Allí los afiliados confraternizaban en un ambiente armónico y realizaban sus actividades de carácter social.
Con el paso de los años y la importancia que iba tomando la Hermandad Ferrocarrilera dentro de los trabajadores ferroviarios por la defensa de sus derechos, el 2 de febrero de 1924 se creó una nueva hermandad, ahora con carácter nacional, denominada “Hermandad Ferroviaria de Cuba.”
En Camagüey recaería la Dirección Central, encabezada por Andrés Otero Bosch, antiguo presidente de la hermandad camagüeyana, acompañado por Juan Arévalo, como vicepresidente, quien estaría al frente de la delegación número 2 de La Habana y Manuel Castellanos, como Asesor Legal. Dentro de sus objetivos estaba obtener la mayor armonía y compenetración de ideales entre los ferroviarios, estrechando sus relaciones de cordialidad y panamericanismo con las demás actividades obreras, tomar parte, por medio de los delegados, en las decisiones de la The Cuba Railroad Company y que con esta cooperación se lograran mejoras para el proletariado.
Se propuso unir en su seno a todo el personal perteneciente a las diversas empresas ferroviarias públicas y privadas existentes en Cuba y las que en un futuro se pudieran constituir, persiguiendo el mejoramiento material y moral de sus asociados, influyendo esto en las condiciones de vida de todos los ferroviarios sin distinción de compañía.
Rápidamente se multiplicaron las delegaciones en Santa Clara, Sagua la Grande, Caibarién, Cruses, Cienfuegos, Matanzas, Cárdenas, Puerto Padre, en las dos empresas existentes en Guantánamo y en Santiago de Cuba hasta contar con catorce delegaciones en el país. Solo dos agrupaciones de obreros se mantuvieron al margen: La Unión de Talleres de Camagüey y La Unión de Ferrocarriles del Norte de Cuba.
En 1930 la Hermandad Ferroviaria de Cuba compra en la misma calle esquina a Francisquito # 25 un inmueble más amplio para la sede de la misma, debido a la importancia y protagonismo que había ganado la organización dentro del sector ferroviario en todo el país.
Para ello se proyectó una edificación de dos plantas, según consta en los planos que están en el fondo del Ayuntamiento del Archivo Histórico Provincial de Camagüey. Nunca se llegó a construir el segundo nivel debido a la escasez de fondos que tenía la asociación, recordemos que dependía de los aportes de sus afiliados y en esos años Cuba atravesaba una fuerte crisis económica, producto de la gran depresión en que se veía envuelto Estados Unidos de América desde 1929.
Aun así, se logró edificar un inmueble que hasta hoy jerarquiza la esquina donde está enclavado. Consta de un amplio salón, que se utilizaba indistintamente para las reuniones de sus afiliados y las actividades sociales y de un salón de juego, también para sus miembros. Lo componen además tres oficinas, en una de las cuales ubicaron la biblioteca adquirida por la Hermandad para difundir la cultura entre sus asociados. Se instaló una imprenta en la que se tiraba el semanario “Heraldo Ferroviario”, órgano oficial de la colectividad, en el que se recogía el acontecer de la vida interna de la Hermandad Ferroviaria de Cuba y de sus labores. Vale destacar que allí radicaba la dirección de la delegación # 1 de Camagüey y la Dirección Central de la Hermandad.
La Hermandad Ferroviaria, como se le conoce a la edificación, guarda en su interior años de lucha por los derechos de los trabajadores ferroviarios desde su fundación hasta el triunfo de la Revolución Cubana. Desconociendo las directrices de los dirigentes patronales, apoyaron las luchas de todo el pueblo cubano y de su clase obrera oprimida, tal es el caso de cuando se lanzaron en apoyo a la huelga general del 8 de agosto de 1933 contra la feroz dictadura de Gerardo Machado, hombre que tantas veces había pisoteado y reprimido a los diferentes gremios del carril existentes en la provincia.
Los asociados a la Hermandad Ferroviaria acompañaron la huelga general del 12 de marzo de 1935 en unión del Sindicato de Empleados de Oficina y La Unión de Talleres en contra del gobierno provisional títere y entreguista del coronel Carlos Mendieta y del hombre fuerte para el gobierno norteamericano en Cuba, Fulgencio Batista. Sería muy larga la lista de sus luchas para ser incluidas en este pequeño trabajo.
Los años 1959 y 1960, fueron esenciales en la Hermandad Ferroviaria de Cuba, primero porque supo ponerse en el lugar correcto, al lado de la naciente Revolución, sacando a todos los dirigentes amarillos patronales y poniéndola en manos de obreros ferroviarios de prestigio dentro, no solo de la Hermandad, sino de todo el sector ferroviario. Tal es así que el 11 de mayo de 1959 fue elegida la candidatura del MR- 26 de julio, Rogelio Aróstegui Recio, como presidente de la Hermandad Ferroviaria de Cuba, veterano luchador del sector.
Por otra parte apoyan las medidas que iba tomando el gobierno revolucionario, sobre todo a la Reforma Agraria, con la donación de maquinarias e implementos agrícolas. Participaron además, en el llamado del capitán del Ejército Rebelde Jorge Enrique Mendoza contra la conjura traidora de Hubert Matos en octubre, junto a las demás organizaciones sindicales ferroviarias y el pueblo camagüeyano.
En 1960 la Hermandad en unión de Sindicato de Empleados de Oficina y Unión de Talleres aportan más de 14 000 pesos para la defensa del país, junto con el donativo por valor de 3000 pesos al Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda (INAV) para la construcción de viviendas.
Respaldaron totalmente la nacionalización de los Ferrocarriles Consolidados de Cuba en octubre del propio año con un llamado de seguir trabajando para el éxito de la misma.
Un paso importante dado por La Hermandad Ferroviaria de Cuba en unión de las restantes cuatro colectividades ferroviarias: Asociación Ferroviario Talleres la Unión, Ferroviarios y Trabajadores Unidos, la Asociación de Empleados de Oficina y el Sindicato de Empleados de Fiscalización, fue el de integrarse en una sola organización, el Sindicato Único de los Ferroviarios de Camagüey, como forma de fortalecer al movimiento sindical.
Por el vacío existente en la prensa en los primeros años de la década del 60 del pasado y que hasta ahora tampoco se han encontrado referencias en el fondo de Asociaciones del Archivo Histórico Provincial de Camagüey sobre los destinos de la Hermandad, solo se sabe que el edificio siguió perteneciendo a los Ferrocarriles de Cuba pero no se sabe hasta qué fecha. Igualmente acogió durante muchos años al Sindicato de Jubilados del Ferrocarril.
Este inmueble junto a los demás edificios vinculados a los ferrocarriles, pertenecen al patrimonio arquitectónico ferroviario de nuestra ciudad. Hay tanta historia en él que preservarlo dentro del contexto ferroviario de hoy, nos lo agradecerían las actuales y futuras generaciones.