Se oyen los tambores en sus cueros repicar, entre algarabía y celebración también se le rinde culto a los orishas, es como estar en un añá de fundamento vibrando y latiendo al sonido de cada toque.
Comienza la celebración con San Juan quien se sincretiza con Ozun, recordándonos que las cabezas de los iworos no deben tocar el suelo, por eso la importancia de tenerlo a él, siempre de vigía.
Una mezcla indiscutible de olor a lluvia, tierra y viento elementos naturales que se complementan siempre en la celebración evidenciando que somos vida y naturaleza.
Llega el entierro de San Pedro y el refrán de: “el muerto alante y la gritería atrás” se hace palpable en cada paso de la ceremonia.
San Pedro es recordando por la tradición yoruba como Oggun guerrero, fuerte orisha que fragua las armas y libra a todos del hierro.
Y se cierran las celebraciones hasta el próximo año, para que creyentes y no creyentes recuerden que revivir un momento de la lucha de nuestros antepasados nos hace más cultos, más libres y mas fuertes para continuar.