¿Por qué son valientes? ¿Dónde es la capital de los infiernos? ¿Aman su país como a ellos?
Así pregunta la inocencia vestida de 4 años cuando escucha la canción del dúo cubano Buena fe, que por estos días se ha convertido en himno para musicalizar programas y reportajes.
Intento escribir mi cuartilla diaria para comentar desde mi estadía necesaria en casa, lo que acontece acerca de la pandemia a la que se suman a diario noticias lamentables en todo el mundo; pero Sofía continúa preguntando, y de la cifra de contagios o de la situación de los fallecidos en Ecuador que arranca lágrimas hasta al más fuerte; tengo que pasar a responderle.
De vuelta a su edad
Cuánto daría por tener esa edad en la que como esponja absorbemos el mundo como si fuera a terminar; donde un arcoíris tiene más significado que un tornado, donde todo se pinta brillante y jamás hay calma.
-¡Son valientes! Ya me afirma sin cuestionar, entonces pregunto yo: ¿por qué?
-Salvan vidas mamá; por eso yo le doy un aplauso por las noches.
-Sí, salvan vidas, exponen las suyas, se apartan de sus familias y hacen que las demás puedan dormir tranquilas.
Sigue preguntando…
Pareciera como si quisiera entender cada palabra de la canción, entonces me toca explicar qué es capital y qué es infierno; creo que para que me entienda tendré que concentrarme más que para escribir un comentario. Por eso intento explicar con un mapa donde los colores la cautivan. Ya entendió qué es capital; pero el término infierno sigue siendo muy complejo para su edad, por eso sólo me queda responder: es un lugar donde no hay colores.
¿Y amar? ¿Es que se casaron con su país? ¿Eso puede ser? Y pasa al protagonismo de querer explicarme lo mismo que preguntó.
–Yo sé que la gallina se casa con el gallo para tener pollitos, y la perra con el perro para tener perritos; pero una persona y un país no se casan…
-Sofi para amar no es necesario casarse, ni sacar pollitos; para amar se hacen acciones buenas, se quiere con el corazón y nunca se maltrata. Eso es amar, estar listo siempre para hacer por los demás y así también te amas tú misma.
Se queda mirándome fijo y responde:
–Ya sé lo que voy a ser cuando sea grande: valiente.
Cerré mi cuadrilla diaria y preferí contar su historia que por inocente y pura me pareció más atinada y esperanzadora que un análisis estadístico, político o simplemente diario.
Una vez más me doy cuenta que en los niños encuentras el potencial más sagrado de la vida. Hoy mi hija me enseñó a ser realmente Valiente.


