Por los ocho estudiantes de medicina y los cinco jóvenes abakuá
A la una de la tarde, el Consejo firmó la sentencia. El Capitán de Voluntarios leyó el resultado en la Plaza de Armas. Poco antes de las cuatro, entraron en capilla los ocho estudiantes condenados. Allí escribieron sus últimas líneas, se confesaron. En la explanada de la Punta se les colocó de dos en dos, de espaldas y de rodillas. Luego de las cuatro de la tarde, fueron ejecutados.
Los estudiantes:
– Carlos Augusto de la Torre y Madrigal (Puerto Príncipe, 29 de julio 1851, 20 años).
– Alonso Álvarez de Campa y Gamba (La Habana, 24 junio 1855, 16 años).
– Anacleto Bermúdez y González de Piñera (La Habana, 7 de junio 1851, 20 años).
– José de Marcos Medina (La Habana, 7 de marzo 1851, 20 años).
– Ángel Laborde y Perera ( La Habana, 5 de diciembre 1853, 17 años).
– Juan Pascual Rodríguez y Pérez (La Habana, 24 de junio 1850, 21 años).
– Eladio González y Toledo (Quivicán, Habana, 29 de octubre, 20 años).
– Carlos Verdugo y Martínez (Matanzas, 15 de enero de 1854, 17 años).
Acerca del crimen…
José Martí:
Hay odios excusables, que nacen de una aberración, de una abstracción, de una pasión nacional. Hay odios, como el del 27 de noviembre, que suben, babeantes, del vientre del hombre.
Fermín Valdés Domínguez:
De rodillas sobre la tumba de mis hermanos muertos escribo en la tierra que los guarda este epitafio: ¡INOCENTES!
Ernesto “Che” Guevara:
No solamente se cobró en esos días la sangre de los fusilados. Como noticia intrascendente que aún durante nuestros días queda bastante relegada, porque no tenía importancia para nadie, figura en las actas el hallazgo de cinco cadáveres de negros muertos a bayonetazos y tiros.
“Tato” Quiñones:
Estos cinco abakuás dieron muestra de rebeldía cubana, se inmolaron por intentar salvar a los estudiantes, aun sabiendo que no lo conseguirían.
Otras consideraciones
La sociología de las ausencias, de Buenaventura do Sousa, explica cómo una de las lógicas de ocultamiento, de la no existencia, del subalterno, es a partir de la clasificación social, teniendo como métrica la jerarquía social, el color de la piel, el sexo.
En este sentido, la historiografía ocultó, escamoteó, el único intento de justicia radical, de rescate de los estudiantes de un crimen sin parangón. Jóvenes negros, pertenecientes a la asociación religiosa, fraternal, abakuá en un acto prácticamente suicida ofrendaron sus vidas para salvar a los estudiantes de medicina. A tiros y bayonetazos les arrancaron lo más preciado, la vida, a los cinco afrodescendientes.
El 18 de febrero de 1943, el entonces Historiador de La Habana, Emilio Roig de Leuchsering, envió una carta al ingeniero Evelio Govantes, Ministro de Obras Públicas, para colocar una tarja en homenaje a aquellos héroes desconocidos. No fue hasta el año 2006 cuando el pueblo comenzó a rendirles tributo a estos héroes en la intersección entre las calles Morro y Colón, cerca del memorial Granma, en la Habana Vieja.
Fuente
– Leroy y Galvés, L.F. (1971) A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes, Editorial Ciencias Sociales.
– Henry Knight, K.Z. (2020) Boletín Cub@fro no. 2.