Desde 1983, cada 18 de abril, se celebra el día internacional de los Monumentos y Sitios. Este año el tema principal para la conmemoración es el “Patrimonio y el Clima.”
Este último es un factor determinante en la construcción de las ciudades, y es que los paisajes urbanos y el patrimonio edificado, precisan desde el propio planteamiento de su proyecto tener en cuenta las condiciones climáticas locales. Pero esta condicionante no solo influye en la construcción, también en la preservación juega un rol determinante.
Sequía, subida del nivel de mar, incendios, lluvias ácidas, entre otros, son algunos de los fenómenos que a nivel mundial más repercuten sobre los monumentos y el patrimonio edificado. Pero ¿cómo se comporta esta tendencia en nuestro territorio?
“Los centros históricos son casos donde los estudios medioambientales son decisivos para la correcta preservación de ese bien patrimonial. Por ejemplo, hay que tener en cuenta la contaminación, que de tantos tipos se da en una ciudad, también la geografía juega un papel importante, como el río que atraviesa la ciudad y favorece a la evacuación de los desechos y cómo se pone ese accidente geográfico en función de ese bien histórico.
El clima y el patrimonio
Eso es a escala urbana, pero en obras específicas también sucede, hoy es impensable concebir una intervención constructiva en un sitio de interés patrimonial sin tener en cuenta variables climatológicas como el recorrido del sol, incidencia de los vientos o una afectación particular que tenga el lugar”, explica el arquitecto Henry Mazorra Acosta, especialista de la subdirección de Proyectos de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey.
Dentro de una misma demarcación el clima puede tener variaciones. A la hora de preservar o edificar un monumento, por ejemplo, no se tienen las mismas prioridades en el interior de las ciudades que en las zonas costeras. De igual manera los monumentos y sitios deben proyectarse desde una perspectiva amigable con el medio ambiente.
“Si bien es importante tener en cuenta cómo el clima afecta las obras de interés patrimonial, es también decisivo cómo la acción del hombre y las acciones de gestión o rescate patrimonial pueden afectar el medio ambiente. Por eso se exige que cuando se plantean proyectos de desarrollo, gestión o administración patrimonial se tenga en cuenta el factor medioambiental por las consecuencias que puede traer.
El caso más demostrativo es el turismo, cómo un proyecto de puesta en valor de determinado bien patrimonial puede generar mayor actividad turística y esto trae consigo un aumento de la circulación vehicular, una sobreexplotación de la infraestructura existente y esto trae repercusiones en el medio ambiente. De modo que estamos hablando de dos temas que están estrechamente vinculados y que están llamados a la coexistencia pacífica para el bien de ambas partes”, agrega Mazorra Acosta.
El camino a seguir es hacia la protección del medio ambiente y la resiliencia ante cambio climático marca un importante derrotero, pues su incidencia también condiciona la protección y salvaguarda de los monumentos y otros ámbitos de la memoria espiritual e histórica de los pueblos.
A nosotros, mientras la modernidad y la naturaleza buscan puntos de equilibrio que hagan sostenible la propia existencia, nos toca seguir encontrando vías desde la tradición, la ciencia y la tecnología, para hacer más eficiente no solo los procesos de restauración y conservación del patrimonio; sino el propio crecimiento y desarrollo de nuestras ciudades.