El Título de Ciudad: La polémica de una designación

Fotos: José A. Cortiñas Friman
Share on facebook
Share on twitter

En la historia antigua, el uso del escudo jugó un rol esencial. En el viejo continente se empleó fundamentalmente para distinguir el linaje de numerosas familias, desde la nobleza hasta el clero. Su función también fue determinante para las naciones, estados y ciudades.

En 1508, España dispensó escudos de armas a catorce villas de La Española. Las ventajas de tales prebendas no eran privilegios exclusivos para los territorios; era una manera de establecer reconocimiento del derecho y poderío hispánico sobre las regiones colonizadas.

A la isla de Cuba se le otorgaron varios escudos legitimados por Reales Cédula metropolitanas desde el siglo XVI hasta el XIX. El primero en 1516 -aunque existen criterios de algunos investigadores que reconocen la versión de 1517- destaca en su diseño las imágenes católicas de la Virgen de la Asunción y Santiago Apóstol, patrón de la monarquía española.

Su manejo fue difundido en particular por la administración colonial, en mapas y en la ornamentación.

Por otra parte, es necesario preguntarse si fue una concesión por ciertas actitudes sumisas de las autoridades y de algunos habitantes de la villa o “singulares méritos que en todos tiempos ha contraído en servicio de su Majestad y de la Patria”. Evidentemente, la propia Real Cédula así lo expone, pero el examen profundo del contexto histórico requiere prestar atención a los matices que ese documento oficial no recoge.

Demandan atención el crecimiento demográfico, urbanístico, económico y cultural del Camagüey -denominación a la que no renunciaban sus habitantes-, la presencia de la Real Audiencia y las ideas de la Ilustración, que ofrecen visos más flexibles para comprender por qué los naturales de este terruño apostaron con tremendo sentido de identidad a la formación de la conciencia criolla y nacional.

Ser ciudad implicaba rangos denotativos dentro de la Isla, un orden superior reconocido desde la metrópolis, que si bien no manifestaba cambios determinantes, era un hecho innegable dentro del marco de autoridad colonial.

Hoy, a 205 años de ese acontecimiento, el escudo y las mazas capitulares forman parte del imaginario cultural de los camagüeyanos. Ambos exponentes patrimoniales se exhiben en la Sala de Historia del Museo Provincial Ignacio Agramonte.

A la vez, para los transeúntes visitantes o lugareños, disfrutar de la presencia del Escudo de la Ciudad en la calle peatonal de Maceo frente a la entrada del Gran Hotel; o reconocerlo en el mobiliario urbano de la Plaza del Gallo, en la fachada del Centro de Convenciones Santa Cecilia, y en otros sitios del Centro Histórico es un privilegio.

Más relacionados