Felicia Ortiz y el traslado del cadáver de Jesús Menéndez

Foto: Cortesía de la autora
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“Aquellas horas junto al líder asesinado fueron las más emocionantes de mi vida revolucionaria”. Con audacia, Felicia Ortiz cumplió con el traslado del cadáver del líder azucarero Jesús Menéndez Larrondo, asesinado a balazos por la espalda. Desde Manzanillo y hasta la capital del país, ella fue la única mujer en esta magna tarea, asumida además por otros 10 compañeros.

Felicia gestionó en los Ferrocarriles de Cuba el alquiler de un Gascar especial. A lo largo del país, en cada estación, el pueblo le dio su último adiós a Menéndez.

Felicia Escolástica Ortiz Córdova marcó uno de los pensamientos más radicales de las mujeres afrodescendientes de la localidad de Camagüey. Integró el Partido Socialista Popular (PSP) y el Partido Comunista (PC). Graduada de la Escuela Normal para Maestros en 1932, desarrolló un pensar y accionar inclusivo, un verbo elocuente unido a una inteligencia y liderazgo no común, lo cual le permitió promover y contribuir con cambios sustanciales a las organizaciones sociales, políticas y educativas por las que transitó.

Los Congresos de las Sociedades Negras, luego Federación Nacional de Sociedades Cubanas, de Unificación del Magisterio, por la Paz y la Democracia, delegada a la Primera conferencia de mujeres socialistas, del PSP -entre otras- fueron las acciones sociopolíticas que la hicieron trascender las fronteras locales y nacionales.

Propuesta como concejal, perseguida por comunista, llevó el pan de la enseñanza en las aulas que ella misma abría en los campos más insólitos de la región camagüeyana. Su participación en protestas, marchas, en el depósito de ofrendas florales a mambises, a luchadores por la democracia, en celebraciones de centenarios de los pensadores afrodescendientes cubanos -como Juan Gualberto Gómez- la convirtieron en una de las mujeres imprescindibles en el accionar de vanguardia.

Igualmente, contribuyó en las luchas por la igualdad racial, los derechos de la mujer negra y de los hijos ilegítimos. Felicia se alimentó de la larga experiencia de sus líderes en la defensa de los derechos de los desposeídos.

Su admiración por el lúcido pensamiento de Jesús Menéndez Larrondo, su gallardía sin par, su transparencia moral a favor de los subalternos y excluidos, la impelió a una de las hazañas más conmovedoras, aun solapada en la historiografía nacional, el indigno asesinato del líder azucarero, el 22 de enero de 1948.

Ante la indignación del pueblo cubano por el asesinato a balazos por la espalda al General de las Cañas -conocido así por sus luchas y logros obtenidos en este sector-  Felicia Ortiz tuvo la osadía de cumplir con el traslado del cadáver de Menéndez desde Manzanillo, lugar del crimen, hasta la capital del país.

La única mujer entre diez hombres gestionó por vía férrea, en los Ferrocarriles de Cuba, alquilar un Gascar especial, un coche motor para buscar el cuerpo sin vida de Jesús Menéndez, y en cada estación ferroviaria a lo largo del país, el pueblo le dio su último adiós.

En medio de un contexto en el cual la violencia extrema era cotidiana, una mujer, afrodescendiente, pobre, maestra de la enseñanza primaria, en la localidad del Camagüey, anclada en su pensar contrahegemónico, descolonizado y de vanguardia, sorbió la muerte física convirtiéndola en una victoria moral de perfil nacional.

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