La obra de numerosas personalidades históricas del Camagüey constituye un reto para la investigación histórica, por lo polifacéticas que fueron sus vidas, en especial los hombres y mujeres del siglo XIX que tuvieron significación en las manifestaciones artísticas, culturales, educativas y en las proyecciones políticas.
El caso de Antenor Lezcano Noy -para los lugareños, casi desconocido- es una fehaciente experiencia que requiere mayores estudios de su personalidad y pensamiento científico dedicado a la agronomía. Nacido el 12 de marzo de 1839 en la ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe, dejó una huella en el estudio de la ciencia agrícola, la educación y el periodismo local.
Fundó junto con Salvador Cisneros Betancourt los periódicos El Camagüey, y en 1868, El Popular, del cual llegó a ser su director. Colaboraron con esa publicación, Eduardo Agramonte Piña, Enrique José Varona, entre otros.
Inicialmente fue un semanario. Más tarde se editó los martes y los domingos. Se presentaba como una prensa dedicada a la ciencia, la literatura y los intereses generales. El investigador y periodista Eduardo Labrada expresa que: «Fue de los mejores de las provincias orientales».
No son de extrañar tales propósitos en una región con antecedentes de este tipo, que a través del periodismo, la actividad de los socios de la Diputación Patriótica y la labor docente del Instituto de Segunda Enseñanza, se fomentaran y divulgaran proyectos progresistas científicos, técnicos y culturales en aras del desarrollo del territorio desde la teoría y la práctica local.
En una región con aires de Ilustración, no llama la atención que Antenor Lezcano tuviera la oportunidad de cursar estudios agrícolas en la Escuela Imperial de Saulsaie, Francia, con recursos monetarios por suscripción pública en Puerto Príncipe en la década de 1850.
Sin embargo, en 1869 marcha a México, donde colaboró con el periódico El cultivador y fundó con Nicolas Azcárate la publicación El Eco de Ambos Mundos, además de colaborar con otras publicaciones.
Junto con el pensamiento patriótico y científico divulgado en la prensa escrita en Cuba y México, dirigió en el país azteca -subvencionado por el gobierno- una escuela de agricultura a la que dotó de una revista propia para difundir los saberes de la ciencia y los adelantos tecnológicos en función de la misma. El texto Curso elemental de agricultura (1875), en cuatro tomos, es una de las más importantes.
Su muerte en México en el año 1878 deja una producción inédita de poesía y sobre la historia del país que lo acogió durante el exilio. Los camagüeyanos le debemos un estudio profundo a su labor periodística, a su pensamiento científico sobre agronomía y a su postura patriótica.


