La bravata en aquellas elecciones
Pulsaban los partidos políticos y los politiqueros por ganar curules y escalar a puestos privilegiados en el Gobierno, ajustado al modelo del Norte.
El presidente Mario García Menocal[1], el Mayoral, hacía el juego sucio entre sus correligionarios para ganar a como diera lugar en las elecciones generales de 1924. Su contrincante, el ex general del 95, Gerardo Machado Morales, no se quedaba atrás en la otra esquina del rin politiquero en su intentona por echar a la lona a Menocal en su forcejeo a la presidencia.
Pensando ganarse adeptos, éste último emprendería un periplo contra Machado por el centro-oriente del país. Todo signado por refriegas entre liberales y conservadores, tiroteos y riñas callejeras de guapetones de barrios y “guatacas” de los dos candidatos de los partidos.
Ocurriría que al paso del tren presidencial que traía al señor Menocal y comitiva al Camagüey, formarían tángana opositora los liberales. Detrás del descarrilamiento provocado y del tiroteo a los coches, en los que hubo heridos, se colocaría al gobernador Rogerio Zayas-Bazán, -que se corría que consumía morfina.
A decir verdad, Menocal no caía bien en el Camagüey, entre otras razones, por la ocurrencia del asesinato en Nuevitas por un disparo en la frente del comandante del ´95 Gustavo Caballero Arango y del trabajador del diario Las Dos Repúblicas, Nicolás Guillén Urra, todo originado por el forcejeo reeleccionista menocalista en la llamada “guerrita” de agosto o “La Chambelona”, de 1917. Recuerdos que revivirían a su favor los candidatos del corrupto Gerardo Machado.
Así las cosas, conservadores y liberales agitarían puños y revólveres en el mitin en el Parque “Ignacio Agramonte”, frente a la Sociedad El Liceo. Ese octubre correría la sangre, 7 muertos y 46 heridos. Pero ni las balas ni trompadas detendrían al Mayoral por la aspirantura al puesto más alto de la República. Hasta brindaría champán por su seguro retorno presidencial entre la burguesía camagüeyana, que le agasajaría en el Liceo, entre banderitas cubanas y otros artificios.
Afuera, en lo alto del pedestal de granito rojo de Baveno, el Mayor Agramonte de bronce les daba la espalda a esos usurpadores de la República, por tanta afrenta y desvergüenza. Serían elecciones empañadas inútilmente por la sangre del pueblo. Y entre todo tipo de fraudes, sobornos y corruptela. Era parte del rejuego de los “demócratas” para asaltar el poder de la República, -la servil entreguista a los yanquis-, a la que jamás se ha de volver.
Las elecciones de ahora sin campaña politiquera ni urnas amañadas, serán una contundente demostración de la apuesta popular por el socialismo próspero y sostenible. ¡“Pa´ atrás, ni pa´ coger impulso”!
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[1] El presidente Menocal habría de solicitar un empréstito por 52 millones de pesos, que Cuba nunca podría pagar dejándola endeudada o “atada” a los Estados Unidos. De hecho, Menocal contribuiría a una mayor deformación estructural y económica del país. Era esa la República deseada por la burguesía nacional y los monopolios yanquis.


