Nota introductoria
El 16 de diciembre de 1886 desde Nueva York una circular firmada en primer término por José Martí junto a otros patriotas es enviada a Antonio Maceo Grajales entre otros generales. La circular llega a Maceo, enfermo y con fiebre, guardando cama. Pero a reserva de contestar con más detenimiento, le escribe a Martí bajo la fuerte impresión que le causa la elevación y sensatez patriótica que en cierra el Manifiesto ―coincidente con los puntos de vistas mantenidos por él en múltiples ocasiones ― en que se le llama como a otros prestigiosos cubanos a prestar su concurso a una nueva tarea revolucionaria. (Franco, J.L. 1975 p. 326).
4 de enero desde Bas Obispo, Panamá
Hoy como ayer y siempre, señor Martí, puede usted comunicarlo a los señores que firman esa carta que tanto me honra y ha venido a endulzar un tanto la amargura de mi obligado ostracismo, hoy como ayer pienso que debemos los cubanos todos, sin distinciones sociales de ningún género, deponer ante el altar de la Patria esclava y cada día más infortunada, nuestras distinciones todas, y cuantos gérmenes de discordia hayan podido malévolamente sembrar en nuestros corazones los enemigos de nuestra noble causa…
La unión cordial, franca y sincera de todos los hijos de Cuba, fue en los campos de Cuba, tanto en los días prósperos como en los nefastos de nuestra guerra el ideal de mi espíritu y el objetivo de mis esfuerzos; ¿podré hoy que andamos dispersos por los rincones de la tierra, huérfanos de Patria y hogar, pensar de distinto modo?
La unión, amigos, se impone por fuerza a nuestro patriotismo; pues sin ella serán estériles todos nuestros sacrificios, y se ahogarán siempre en sangre nuestras más arriesgadas empresas. Contad, pues, con que a alcanzarla contribuiré con todas las fuerzas de mi espíritu, y toda la autoridad que se me dan mi pasado y los servicios por mí prestados a la causa de nuestra libertad.
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Gral. Antonio Maceo
