Mujeres afrodescendientes en el pensamiento autoemancipador cubano. Estudio de caso, Camagüey (1879-1933). Parte I

Foto: Cortesía del autor
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Por: MSc. Kezia Zabrina Henry Knight

Contextos

En el siglo XIX el debate científico en torno a la mujer justifica la subordinación, discriminación e infravaloración de las mujeres. Los espacios considerados como femeninos dígase lo doméstico, lo privado, lo familiar, no necesitaban una instrucción elevada, como resultado negada. En este sentido la mujer negra y mestiza eran objetos de una doble exclusión: por el color de piel y de género.

Al respecto, ni siquiera en las primeras asociaciones de instrucción y recreo de negros y mestizos las consideraban como socias autónomas, debían ser aceptadas solamente como esposas e hijas de un asociado. Sin embargo, en estos espacios ellas subvirtieron no solo el discurso científico, sino que aprovecharon los intersticios legales para instruirse y desarrollarse socialmente.

Estos acontecimientos culturales se anclaron ideológicamente en torno a los cánones de la modernidad y el progreso, que responden a pautas culturales aprehendidas y reproducidas socialmente hasta llegar a institucionalizarse como normas. Este patrón cultural fomentó la educación del sexo débil en función casi exclusiva del hogar, sus hijos y el esposo.

En Cuba las prácticas educacionales oficiales durante el período colonial y esclavista se sustentaron en teorías científicas que limitaban la presencia del negro en la sociedad cubana. Mientras que durante la República de 1902 hasta 1958 se practicó un “encarcelamiento” social, que mantuvo a gran parte de la población negra marginada de las principales fuentes de empleo, excluida de los trabajos mejores remunerados; con difícil acceso a la instrucción. También se les limitó en la ejecutoria de determinados oficios y profesiones.

Voces femeninas desde el asociacionismo

En respuesta a este ecosistema que limitaba a la mujer, ellas en las asociaciones de instrucción y recreo encontraron una vía para su autoemancipación y la autotransformación. Durante la Colonia (1879-1898) fundaron los Comités de damas aprobados por el reglamento de las asociaciones, desde los cuales desarrollaron prácticas culturales en múltiples campos y más tarde, en 1911, dieron inicio al asociacionismo femenino de manera autónoma y autocéfala.

Desde esta plataforma asociativa y la fundación de una prensa propia, al unísono con las prácticas educativas y las artísticas, visibilizaron las aspiraciones de estas mujeres excluidas. A pesar de su triple condición de exclusión: de género, color de piel y también la condición económica, ellas, dieron muestras de su vocación por los procesos de enseñanza y aprendizaje de saberes múltiples.

Si bien el constructo cultural las registra como: esclavas, domésticas, planchadoras, lavanderas, pregoneras-vendedoras ambulantes, nodrizas, cocineras, prostitutas… muy pocas veces como líderes cimarronas, sí como mambisas desde la perspectiva ancilar: esposas o madres, sin embargo, como escritoras, ensayistas, poetisas, oradoras, académicas, el referente es casi nulo.

La prensa plana perteneciente a estas organizaciones se comportó como plataforma idónea para dislocar la visión estereotipada de la mujer negra. Se propusieron que sus voces fueran oídas y leídas. Formaron parte de los comprometidos con las masas salidas de la esclavitud para conducirlas a un civismo exigente. Unas veces desarrollaron y otras fortalecieron las redes familiares para grandes empeños. Ellas, dejaron huellas indelebles en diversos órdenes de la vida social, intelectual, económica, política y por supuesto, familiar.

Si le interesa conocer cuáles fueron esas voces femeninas que nos representaron espere la segunda parte de este material que le brindará particulares.

Bibliografía

Henry Knight, K.Z. (2017) La mujer camagüeyana en las revistas Lis, Minerva y Renacimiento. En Revista Senderos No. 19, enero-junio, pp. 08-14, ISSN 1814-2893.

 

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