Carlos J Finlay ¿dialéctico materialista?

Share on facebook
Share on twitter

Por: MSc María del Carmen Pontón Guillemí

El pensamiento de Carlos J Finlay es un producto histórico del desarrollo de las ciencias naturales modernas y de la cultura cubana del siglo XIX. Rompe con las viejas tendencias idealistas al explicar las enfermedades y fenómenos sin un fundamento científico y abre las posibilidades de su desarrollo incontenible y futuro.

Lo anterior posibilita establecer un nexo entre su teoría y la concepción marxista, lo cual pudiera parecer un tanto alejado de la realidad si tomamos en consideración que Finlay no se declaraba partidario de tendencia política alguna, en esto como en religión, eludía la discusión. Para él la política requería de la razón y la experiencia. Sus sentimientos por tradición y convencimiento se inclinaban al derecho a la libertad.

De hecho, entre los amigos de Finlay figuraban convencidos autonomistas e intransigentes independentistas, incluso muchos de ellos tuvieron que ir a la emigración incluyendo a su hijo Carlos Eduardo.

El Marxismo como teoría científica

Constituye una guía para la acción, no es un recetario. Reconoce el vínculo entre la teoría y la práctica, como la teoría surge de la práctica y vuelve a ella para iluminar y enriquecer su camino. Reconoce el principio del historicismo, así como el valor de lo nuevo sobre lo viejo y a su vez, lo sano y lo valioso de lo viejo.

No es una teoría que esté toda escrita, admite el análisis crítico de los nuevos acontecimientos y en este análisis se va nutriendo.

El método dialéctico analiza los objetos, procesos y fenómenos de la realidad en constante movimiento y cambio, en sus interconexiones.

Concibe los fenómenos en su surgimiento, desarrollo y transformaciones de lo inferior a lo superior, de lo simple lo complejo. Permite comprender la esencia interna de la naturaleza de los fenómenos, de forma integral, teniendo en cuenta todas sus aristas y considera que la fuente del desarrollo son las contradicciones internas de los fenómenos.

Sirve como instrumento de conocimiento y a la vez de transformación de la realidad.

Carlos J Finlay, adelantado a su época en criterios y concepciones

Expresa enfoques dialéctico materialista en el análisis de los fenómenos, en estrecha armonía con la utilización de los métodos de observación y experimentación.

Fue un hombre que combinó sus avanzadas inquietudes científicas, con especiales dotes para la actividad práctica.

Su inclinación por la ciencia y la consagración definitiva a esta rama de la actividad humana tiene su origen en la propia opción por los estudios médicos y su ingreso a la Escuela de Medicina de Filadelfia en los Estados Unidos de Norteamérica.

Allí personalidades científicas como su profesor y tutor, el eminente Silas Weir Mitchel le iluminó el camino hacia la medicina experimental. Además de su vínculo con el que fuera su preceptor científico, el sabio francés Claude Bernard.

Esto posibilitó que Finlay egresara de la escuela de medicina como un joven profesional con un pensamiento ya maduro e independiente, dotado para enfrentar los retos que le impuso el mundo de la ciencia a partir de esta fecha.

Un día inolvidable

Sin lugar a dudas, el 18 de febrero de 1881 el cubano Juan Carlos Finlay Barres fue el primer científico del mundo que expuso ante un auditorio de especialistas, reunido en la Conferencia Sanitaria Internacional de Washington, la teoría sobre la transmisión de la fiebre amarilla por un agente intermedio, abriendo, con su descubrimiento eminente, nuevos caminos a la ciencia.

Soportó como le ocurre a los grandes hombres, a incrédulos y burlones, unos por desconocimiento y otros por mal intencionados la duda de su teoría.

Tuvieron que transcurrir casi veinte años para que el mundo reconociera la validez de sus investigaciones, esa que se le quiso arrebatar por el doctor Walter Reed, de los Estados Unidos, quien al frente de una comisión de especialistas recibió de manos del doctor Finlay el resultado de sus investigaciones y los mosquitos infectados.

Marx y Engels no arribaron automáticamente a la formulación de la concepción materialista de la historia, fue un proceso que requirió arrancar del estudio de los propios hechos reales, lo que los llevó a descubrir el papel determinante de la producción material como base y fundamento de la vida social.

De esta misma forma sucedió con Finlay. El científico mostraba la necesidad de acudir a otras ciencias no sólo en apoyo de la medicina, sino para ampliar la gama de conocimientos y hacer más sólido el espíritu científico.

Tenía una luz…

Sin tener una formación en las ciencias exactas, las que conocía en un limitado nivel, desarrolla sus ideas con una concatenación lógica, aplicando una pensada metodología dialéctica en el análisis de los problemas.

Finlay concentró su cosmovisión en los problemas que atañen la vida humana, pero en su integridad científica fue capaz de establecer verdades en los caminos de otras ciencias.

Sus investigaciones en el campo de la Física teórica deben ser analizadas a la luz de su tiempo y resultados, en el contexto de su obra científica, sobretodo su método de investigación, tras el cual se refleja el empleo de la lógica elemental y la dialéctica materialista.

Sobre el método científico escribió Finlay un artículo que leyó en una sesión de la Academia de Ciencias en 1876 y cuyo resumen era: aplicar de forma sistemática la observación, la hipótesis para explicar el hecho observado y el experimento para comprobar la hipótesis, como pasos sucesivos y obligados en el quehacer científico.

“La ciencia es la encargada de eslabonar las verdades sueltas que la observación le presenta.

Desde el primer momento en que alguna de ellas principia a vislumbrarse en medio del caos y de las dudas, ya, como atraídos por mágica fascinación, solo oímos el instinto de causalidad que nos persigue… instinto tan arraigado en nuestra naturaleza que el hombre no halla descanso mientras esté contemplando un objeto, un fenómeno de cuya causa no pueda darse razón, y las más veces prefiere fantásticas razones antes que conformarse con la monstruosidad de un efecto sin causa.

De allí nace la curiosidad filosófica; sus primeros pasos solo descansan en el suelo movedizo de observaciones incompletas; más inspirándose en el instinto de la verdad concibe la idea a priori, la hipótesis germen de toda invención”

Su impronta

La grandeza de Carlos J. Finlay no consiste solamente en haber descubierto con genialidad el agente transmisor de la fiebre amarilla y haber emitido su revolucionaria concepción científica del contagio, sino en el conjunto de aportes al ordenamiento de las ciencias médicas que estaban en tránsito hacia un nuevo siglo mediante la elaboración de todo un cuerpo teórico-práctico relativo a dicha enfermedad, todo un paquete de conocimientos, técnicas y aplicaciones relativas a la epidemiología, patogenia, clínica, diagnóstico, tratamiento y prevención.

Ese conjunto armónico y multidisciplinario resultaba imprescindible para la comprensión abarcadora de la enfermedad y para tomar las acciones prácticas que resultaran efectivas en su enfrentamiento.

Finlay también está presente en algunas de las más modernas investigaciones dedicadas a generar nuevos métodos para la prevención de las enfermedades metaxénicas utilizando el propio vector.

El Dr. Carlos J Finlay es reconocido actualmente entre los científicos más destacados del siglo XIX, sin embargo, enfrentó disímiles obstáculos para que su teoría alcanzara credibilidad a pesar de mostrar contundentes resultados de sus incesantes observaciones.

Destacado médico y oftalmólogo que demostró pericia y sabiduría en esta especialidad donde introdujo innovaciones en la intervención quirúrgica de la catarata.
Fundador de la escuela cubana de oftalmología, combinando sus avanzadas inquietudes científicas, con especiales dotes para la actividad práctica. Aspectos que lo acercan cada día más a la concepción dialéctico materialista.

Más relacionados