La región histórica de Puerto Príncipe mucho antes del arribo de sus primeros pobladores, que llamamos ciertamente nuestros aborígenes, no “indios”, acumula una rica y profunda historia. En cambio, las limitaciones de los llamados paradigmas teóricos de superioridad racial y cultural ha sido tradicional en ellos desconocer e invisibilizar la presencia de esos componentes primigenios del etnos regional cubano, acusados de “herejes” o “barbaris” que, oleadas tras oleadas migratorias, arribaron a los litorales norte y sur de la ínsula Mayor de las Antillas.
De modo que desde hace más de 12 mil años cada componente integrador de nuestra naturaleza; del paisaje hasta entonces virginal y silencioso de los campos; de los complejos urbanos regionales; del conjunto de tradiciones, costumbres y de mentalidades diversas; y de la riqueza cultural y de la religiosidad popular; y de sus luchas también; de sus hombres y mujeres dignos; y de todo lo que hace crecer y multiplicar la memoria colectiva del pueblo como verdadero soberano; con todo y más crece y se fortalece la historia.
Escribirse la historia
Por primera vez la Ilustración del corpus que integró la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana reflejó su preocupación por el acontecer histórico de la Isla. Fue precisamente en el siglo XIX cubano cuando esa misma Ilustración, por cierto, de estrecha relación intelectual con los “ilustrados” principeños, fue la misma que promovió “crear en Puerto Príncipe la Comisión de Historia para que se escriba la historia de la Isla y recoger las noticias y materiales que puedan ser útiles en los diferentes archivos (…)
Eso fue revolucionador, todavía no revolucionario, esto último vendría después de leerse y saber más de la “Cuba profunda”, si bien el sacerdote revolucionario Félix Varela ya había difundido antes un nuevo pensamiento que incluía conceptos tan esclarecedores y movilizadores, como el de pueblo (actor), y otros para iluminar las mentalidades de los criollos.
Así las cosas, fue recibido en el ayuntamiento principeño la solicitud del Gobierno superior de la Isla para dejar conformada una comisión entre personas notables y de conocimiento responsabilizada en elaborar un primer texto de historia, que podría decirse “local”.
No era posible continuar silenciando por más tiempo una gran región de grandes acontecimientos y de tanta trascendencia. Para dar cumplimiento a la demanda el cabildo designó a los intelectuales y abogados José de la Cruz y Manuel Castellanos y Mojarrita y a Manuel de Jesús Arango y Ramírez para emprender la nada despreciable oportunidad de confeccionar la importante obra.
El texto encuadraría en coyuntura de reafirmación de las raíces criollas regionales, como fuera subrayado el valor de obras primigenias como Los primeros funcionarios de la villa de Puerto Príncipe por el canónigo José Marty Abadía, e Historia de Puerto Príncipe de Matías Boza Bergara.
La nueva modestísima obra, como muchas cosas del Camagüey, llevaría por título Apuntes para la Historia de la Siempre Fiel, Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe, que encabezaría en su investigación y redacción el abogado Manuel de Jesús Arango y Ramírez, texto que publicaría la Imprenta de la Real Hacienda de La Habana, en 1844.
El valor de la pieza histórica
Cabe precisarse que en la época en que Arango Ramírez hurga en la historia de su terruño natal a esa altura del tiempo ya era un consumado conspirador por la independencia de Cuba para lo cual se había enrolado, desde 1821, en la directiva de la organización secreta Cadena Triangular de Puerto Príncipe, hermanada con Soles y Rayos de Bolívar.
Este único detalle nos lleva de la mano a echar la mirada al folleto de pocas páginas para intentar descubrir entre líneas el alcance que su autor criollo se propuso para como mismo Varela, de quien leyó sus obras, llevar a las mentalidades hacia la reafirmación de la cubanía y con ella de la libertad y emancipación plena de la patria cubana.