Es un pacto sagrado con el barro.
Es un pacto sagrado con un material que el Hombre utiliza desde la prehistoria.
Las manos y la espátula dan fe de ese acuerdo mediante una vocación hincada sin retroceso en el camagüeyano Ismael Olazábal Báez, de 27 años de edad, arquitecto y escultor.
Sus vínculos con la arcilla tienen un origen que le permitió descubrir su capacidad para la escultura en medio de un desafío convertido en victoria.
Cuando era estudiante de Arquitectura en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, quiso abrir un paréntesis superior a su admiración por la pintura, pero comprendió que no tenía posibilidades de adquirir los materiales.
Entonces decidió probar con el barro, abundante, fácil de obtener, y con una larga tradición en Camagüey, llamada la Ciudad de los Tinajones.
El encuentro resultó promisorio y la arcilla comenzó a hechizarlo.
Se enfrentó a un reto: ¿cómo convertir a un material inerte y rugoso en obras de arte?
Solo por intuición, por esas ráfagas que salen de la mente y del corazón, y con erupciones coronan la belleza.
Ismael no tiene escuela oficial de artes plásticas, sino el empuje empírico acicalado por otros artistas que generosamente lo han ayudado en descubrir los secretos de la escultura.
En la infancia se extasiaba observando pintar a sus familiares Aisar Jalil y Rigoberto Jalil, y luego encontró apoyo en Ramón Guerra, Nazario Salazar y Diego Olazábal.
El mexicano Javier Marín también ha sido uno de sus maestros, pero por la percepción de sus obras mediante el contexto digital.
Tuvo que enfrentar la perseverancia a reveses como la rotura de obras, y nunca naufragó en el desasosiego.
Sus preocupaciones temáticas son la existencia del Hombre en diversas dimensiones,
Pero no cultiva exclusivamente las formas clásicas de la escultura, sino que también las utiliza eventualmente pintadas con óleo o betún de Judea, y combinadas con elementos como la fotografía, la poesía visual y dibujos a tinta.
En sus piezas también hay conceptos de arquitectura –una de las bellas artes– y disciplina de la que fue profesor universitario.
Ismael Olazábal Báez ha sido galardonado en los 10 concursos en los que ha participado, incluidas tres ediciones del Salón Gestos, auspiciado por la filial camagüeyana de la Asociación Hermanos Saíz.
En esas 10 confrontaciones acumula 12 reconocimientos. También ha concurrido a cuatro exposiciones colectivas, y realizado ambientaciones en los hospitales provinciales Manuel Ascunce Domenech y Pediátrico Eduardo Agramonte Piña, de la ciudad de Camagüey.
Actualmente trabaja como colaborador en el taller de la afamada escultora y pintora Martha Jiménez Pérez.
Ese es un peldaño extraordinario en su trayectoria creadora.
¿Y el pacto sagrado con el barro?
Continúa como una erupción volcánica, derramando lava en las manos y la espátula, para seguir convirtiendo en arte un material rugoso e inerte.