Dentro de la Revolución, todo
La palabra Cuba recorre el mundo. Los agradecidos de la infinita obra de amor que es la Revolución, saben las claves de su historia y de sus luchas; de sus hijos e hijas que se debatieron con puro coraje frente a las adversidades desde los primeros siglos coloniales, hasta atravesar la brumosa República neocolonial encarando sus sangrientas dictaduras tuteladas por el Imperialismo yanqui. En cambio, a partir de enero de 1959 todo sería diferente, aunque se continuarían sorteando riesgos y peligros del poderoso vecino, cercano a la Mayor de las Antillas.
La cubanía de los habitantes de la Isla-archipiélago, manifiesta en el raigal sentimiento de apego y amor a la patria-nación, fue la razón para su defensa y cuido. El trabajo como esfuerzo colectivo hizo que fuese empujada por todas sus manos a la búsqueda de la soñada prosperidad, que ya habían dibujado en el pensamiento los padres fundadores.
La historia se encargaría de dar forma a esa añoranza de destino libre e independiente que, en mayoría, se prefería sin colocaciones políticas del lado de Imperios, ni del español ni del norteamericano. La historia había resuelto esa ecuación revolucionaria, y armado a los “isleños” de escudo, himno y bandera. Por la Patria se moría todos los días.
Historiadores acompañantes
En la compleja y difícil coyuntura que se vive, o malvive en el planeta, o se cae de rodillas rendido ante el peligro, o se levanta todos los días con la mirada puesta en la victoria de la vida. Con José Martí y Fidel Castro, como sostenes columnares para impulsarnos hacia adelante.
Entresacando de la historia lecciones de resistencia y vigor; y la capacidad para advertir a tiempo el movimiento del enemigo y esquivar su acometida; y para soldar con cadenas de acero la unidad. Un Mundo Mejor es Posible. A los historiadores nos corresponder enseñar más esas lecciones a todos. Hacer ver que la aspiración suprema es a edificar la patria próspera «con todos y para el bien de todos»; y en la que se recaba de un pensamiento interdisciplinar, culto y emancipador. A eso y más nos convoca la Historia
Agradezcamos al maestro, al historiador y al revolucionario Emilio Roig de Leuchsenring la enseñanza de una nueva mirada e interpretación de la ciencia histórica, que abriría el camino hacia un plano de mayor alcance y profundidad de debates. Nos trasmitió que la historia no podía ser complaciente, velar verdades e invisibilizar personajes y sucesos. La Historia era para reflexionar y transformar. La Historia como liberadora y emancipadora del hombre. La Historia reafirmadora de la fe en el pueblo y en el país.
Los historiadores tienen enormes retos por delante, por Cuba y por el mundo.