Eterna joven rebelde

Fotos: José A. Cortiñas Friman
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Cuando hablamos de organizaciones juveniles pensamos en la UJC, pero debo aclarar que a esa agrupación le antecedió la Asociación de Jóvenes Rebeldes, en Camagüey ese movimiento incipiente que tuvo un gran apoyo femenino.

Por eso llegamos hasta la agradable vivienda de Yolanda Delgado Rosales, quien fue alfabetizadora antes de la campaña y luego comenzó a sumar fuerzas para respaldar la revolución naciente.

Comenzamos a buscar en los orígenes

Eran los primeros días de enero, se iban a organizar los jóvenes para apoyar todo el trabajo que esperaba por delante a la obra transformadora que fue la revolución naciente.

Yolanda fue buscando a las muchachas del barrio para sumarlas, muchos obstáculos aparecerían pues circulaba un comentario popular que aterraba a las madres: los rebeldes se llevaban a los jóvenes para Rusia y los padres perderían la patria potestad.

Debió explicar entonces que la Revolución había llegado para el bien de todos, para formar a las personas y ofrecerles superación, no para hacer mal.

Las primeras acciones iban encaminadas a educar y a repartir algunos cargos, para facilitar el trabajo que por esos días necesitaba mucho de todos. La fuerza estaba en el ejemplo que  podíamos dar, asegura.

Las organizaciones de masa

No solo los buenos deseos eran lo que empujarían a la Revolución cubana, se necesitaban recaudar fondos para el funcionamiento de las organizaciones, pues el gobierno de Batista, había dejado sin fondos públicos a la nación.

Así organizaron galas culturales, vendían bocaditos de cerdo y otros alimentos que algunas preparaban, para obtener dinero que iría solventando otras acciones necesarias para echar a andar la gran obra que fue cogiendo fuerzas.

Surgen entonces los jóvenes rebeldes y muy cerca se deriva el frente femenino, dos organizaciones que reunía a la juventud de la década del 60, para forjar e impulsar todo lo que debía cambiar el rumbo y organizar a la sociedad camino al socialismo.

La admiración

Yolanda siente un cariño especial por las figuras de la Revolución, con alegría y recuerda una experiencia cercana a Fidel y el Che, en un encuentro con los jóvenes, donde participó en el cordón de seguridad. Estaban tan cerca que podían bromear con Fidel, quien reconoció que la protección que ellas le brindaron durante el acto, era muy valiosa.

Por todo lo que vivió dice que a cada uno de los revolucionarios los guarda en un lugar especial de su corazón. No tiene predilección por alguno, porque cada cual en su momento asumió con valentía lo que le tocó vivir.

La eterna  joven rebelde, iniciadora del frente femenino y digna seguidora de los preceptos revolucionarios por siempre, nada la detiene, aún desde el descanso hogareño a sus 88 años sigue aportando, ahora con sus bellos nasobuco para evitar la pandemia.

Repasando con añoranza sus días de gloria asegura que… “la Revolución  fue muy grande pero hubo que vivirla para saberlo”

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