En el imaginario social de formación de la nacionalidad cubana existen dos acontecimientos indisolubles que marcan la Revolución de 1868: el Pacto del Zajón y la Protesta de Baraguá. Con el decursar del tiempo, el examen de los sucesos y el estudio profundo de las fuentes arrojan informaciones relevantes al respecto o juicios severos por criterios extemporáneos.
En Camagüey, la actitud de los brigadieres Goyo Benítez y Rafael Rodríguez Agüero, la oposición de Salvador Cisneros Betancourt a la disolución de la Cámara de Representantes, su posterior renuncia al cargo y salida al extranjero sin entrar con las tropas que capitularon a la ciudad principeña, son muestra de conductas que no fueron homogéneas con respecto a la firma de una paz sin independencia.
El Pacto del Zanjón tuvo disímiles causas y protagonistas, mientras la respuesta ofrecida el 15 de marzo de 1878 al mando militar español por el Mayor General Antonio Maceo y sus hombres contrastó el final de una etapa de lucha para los cubanos con el sello de intransigencia y continuidad patriótica.
Las acotaciones del camagüeyano y participante Fernando Figueredo Socarrás -ayudante personal de Antonio Maceo- constituyen la versión más conocida y referenciada del hecho. Aparecen por primera vez en conferencias impartidas en la emigración de New York entre 1882 y 1885, más tarde compiladas en el texto La Revolución de Yara, editado en 1902.
Sin embargo, es en el periódico Patria, del 10 de octubre de 1893, el artículo titulado La protesta de Baraguá, del propio Figueredo Socarrás, la reseña más empleada por historiadores e investigadores ante las insuficientes referencias ofrecidas por participantes o del propio Antonio Maceo en su papelería personal.
El investigador y docente Antonio Álvarez Pitaluga, en el ensayo La subjetividad en la narrativa histórica: La Protesta de Baraguá frente al espejo, cuestiona la ausencia de un «[…] análisis de contenido y peso ideológico del suceso» en la propia literatura del siglo XIX y se interpela: «¿por qué Antonio Maceo no redactó en documento alguno su versión o análisis personal de aquella entrevista?»
Al respecto, un dato curioso es brindado por Enrique Loynaz del Castillo en sus memorias. Allí relata que en 1894 escribió la versión ofrecida por Antonio Maceo acerca de la Protesta de Baraguá, pero la dejó en manos del patriota. Lamentablemente, la misma no se ha encontrado hasta el momento en su papelería, lo que deja abierta la interrogante de Álvarez Pitaluga.
Asimismo, aventurarse a dar respuesta a la pregunta puede construir hipótesis que van desde la modestia de Antonio Maceo, el reconocimiento de las causas del hecho y las consecuencias para la futura contienda que se gestaba, hasta las repercusiones entre los veteranos que, con susceptibilidad por ser firmantes o partidarios del pacto, creyeron en la solución ofrecida por España.
José Martí, gestor de la Guerra necesaria y conocedor de la significación del acontecimiento histórico como eje continuador de la Revolución, lo denomina en la carta que le escribe a Maceo el 25 de mayo de 1893 «[…] de lo más glorioso de nuestra historia».
De igual forma, años más tarde, Emilio Roig consideró que «Maceo, en Baraguá, representó el alma, la fuerza y los ideales revolucionarios». Oscar Loyola Vega expresó que fue la Protesta de Baraguá «[…] respuesta política que volvía a colocar en primer plano los objetivos básicos de la revolución cubana contenidos en el Manifiesto del 10 de octubre». Sin discusión, todos son juicios certeros del hecho.
Una aproximación a la Protesta de Baraguá es incompleta sin hacer justicia a dos continuadores de la gesta de 1868, Limbano Sánchez -en Holguín- y el brigadier Ramón Leocadio Bonachea -al frente de casi 300 hombres se mantiene en guerra contra fuerzas españolas de 20 000 soldados- hasta el 15 de abril de 1879, cuando firma el Acta de la Protesta de Jarao, en Hornos de Cal, jurisdicción de Sancti Espíritus.
Referencias
– Antonio Álvarez Pitaluga. La subjetividad en la narrativa histórica: La Protesta de Baraguá frente al espejo.
– Fernando Figueredo Socarrás. La Revolución de Yara. 1902
– Oscar Loyola Vega. Historia de Cuba. Las luchas por la independencia nacional y las transformaciones estructurales, 1996.


