Por: Ricardo Muñoz Gutiérrez
Las bibliografías más conocidas sobre la lucha revolucionaria contra la dictadura de Batista en Camagüey entre 1952 y 1958, informan sobre más de 40 asesinatos, de ellos más de 30 combatientes camagüeyanos por haber nacido en la provincia o residir en ella; todos asesinados por los órganos represores después de ser hechos prisioneros o detenidos en diferentes circunstancias. Unos, heridos en acciones combativas y hechos prisioneros con vida; otros, detenidos en sus casas, calles, carreteras o caminos cuando trabajaban por el triunfo revolucionario. En todos los casos fueron torturados durante días o semanas y rematados; a los que corrieron mejor suerte, les quitaron la vida en cuestión de minutos u horas.
En este elevado número de víctimas, como es lógico, no se cuentan los que cayeron empuñando las armas en una acción combativa.
El día más nefasto para los revolucionarios en Camagüey, es el 27 de septiembre de 1958 cuando en la Emboscada de Pino los rebeldes sufrieron la muerte de 19 combatientes en la acción combativa; unas horas después, en el mismo lugar fueron asesinados tres prisioneros y en horas de la tarde, otros 11 en La Caobita.
En diciembre de ese mismo año fueron detenidos los hermanos Mariano y Emilio Bauza Sobrino en la zona de Magarabomba y conducidos al cuartel de Florida. Después de varias horas detenidos y golpeados, en la madrugada los condujeron en un automóvil por la carretera a Camagüey y en un callejón cerca de la finca Taburete fueron atacados a balazos. Emilio logró salvarse, Mariano murió por ayudar a los que enfrentaban la dictadura.
El 16 de diciembre de ese mismo año, la dictadura volvió a enseñar sus garras de forma atroz. Al amanecer, una espantosa noticia recorre la ciudad de Camagüey. En la calle Independencia, entre el Parque Agramonte y la Plaza Maceo, aparecieron los cadáveres de tres revolucionarios, Juan Félix Quintanilla Justiz, Antonio Suárez Domínguez y José Ramón Sánchez Artiles que estaban preso en el Regimiento Agramonte, entonces cuartel del ejército batistiano y actual Ciudad Escolar.
Antonio Suárez había nacido en la ciudad de Camagüey el 26 de agosto de 1916. Un obrero que con sus ahorros logró comprar un camión para el trabajo y lo utilizó para colaborar con el Movimiento 26 de Julio en el traslado de apoyo logístico al Ejército Rebelde. Vigilado por los batistianos fue detenido a principios de noviembre de 1958 y su camión arrojado en la mina La Victoria, cerca del poblado de Altagracia; resistió las torturas durante más de 40 días y no pudieron sacarle ninguna información.
Quintanilla Justiz nació en el seno de una familia campesina, en Galbis, Guáimaro, el 23 de agosto de 1922. En la zona de Monte Oscuro fue un activo colaborador del Movimiento 26 de Julio y su finca sirvió de refugio a tropas rebeldes. El 15 de noviembre de 1958, mientras trabajaba en los corrales de su finca, fue detenido, trasladado a Camagüey y torturado durante un mes para que hablara; pudieron matarlo; pero no sacarle información.
En el poblado de Minas, había nacido José Ramón Sánchez Artiles el 4 de abril de 1932. Fue obrero agrícola y de la construcción en Morón. En 1957 se incorporó a la lucha del Movimiento 26 de Julio y realizó varias acciones como la quema de un teatro; perseguido por los órganos represores se vio obligado a regresar a Camagüey donde estuvo alzado en la Sierra de Cubitas; después de tres meses vuelve a la ciudad y continuó la lucha. El 8 de noviembre de 1958, cuando iba a cumplir una misión, es detenido y torturado hasta su muerte. Tenía 26 años.
No satisfecho con las vidas segadas y arrojadas a la vía pública, la noche de ese mismo 16 de diciembre, soldados de la tiranía llegaron a la casa de Juan Canino Rodríguez en la calle Bloqueo en Cascorro y lo detienen. Canino vivía con su esposa y cuatro hijos y laboraba haciendo carbón; pesa sobre su persona, el “delito” de tener tres hermanos alzados con el Ejército Rebelde. Los soldados lo interrogaron y, como no obtuvieron información, lo acribillaron a balazos; para simular que no fue un crimen, le colocan un galón de gasolina al lado para hacer creer que intentaba realizar un sabotaje.
El capitán del Ejército Rebelde Manuel Zabalo Rodríguez fue un incansable combatiente revolucionario que cuando iba a cumplir una misión del Che Guevara en Pinar del Río fue delatado, detenido y torturado; le arrancaron las uñas y lo queman de la cintura para abajo. El 28 de diciembre expresó sus últimas palabras: “Cobardes, terminen de una vez para que vean como mueren los hombres del 26 de Julio”
Tiburcio Esquivel Baños no asistió a la escuela, desde los 8 años ayudó al padre en la finca. Incorporado a la lucha contra el tirano, cuando el 30 de diciembre cumplía una misión cerca de Cascorro fue detenido y aunque lo torturan, no habla y lo ametrallan cerca de la casa de su hermano. Su cadáver lo llevan al cuartel de Guáimaro, lo exhiben y en el cementerio, le quitan la ropa y lo entierran desnudo. Solo faltaban unas horas para el triunfo.
Los sicarios de la dictadura hacían los máximos esfuerzos por amedrentar al pueblo, pensaban que asesinando podrían sofocar el movimiento revolucionario.


