¿Seguir o no seguir en combate?: La Guerra Chiquita

Foto: Archivo OHCC
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Lo que dejó la guerra al Camagüey

Por solo citar algunos datos, el período bélico trajo casi la devastación azucarera del territorio y la pérdida de 4 296 casas de fincas,[1] con la consiguiente pérdida de 349 800 cabezas de ganado vacuno y 6 000 del caballar.[2]

Desde el punto de vista social, la guerra ocasionó una baja demográfica de 7 068 habitantes con una disminución de 4 925 negros y mulatos libres, y reducidos los esclavos a 2 290, cifra tan exigua que hacía ver que virtualmente quedaban suprimidos de la estructura social como fuerza de trabajo.

Sépase que la región principeña reunió el 39, 49 % de sus 67 789 habitantes y el 63, 45 % de los 42 199 del vasto municipio. Para más, hacia 1887, se registraron 12 474 hembras (mestizas) y de ellas 18 738 pardas. Equilibrio de 82 blancas por cada 100 varones, de una población negra de 92 hembras por 100 varones. Luego, en el período 1891-1899, la población tuvo un ligero ascenso del 3%, debido al retorno de familias del exterior de la Isla. Pero el municipio continuó con baja tasa de habitantes por km².

En medio de esas circunstancias, el gobierno colonial trazó la reforma administrativa el 1° de enero de 1879, en virtud de la que rigió la nueva División Político y Administrativa y proyecto por el cual Puerto Príncipe pasó a ser provincia integrada por 5 términos municipales: Puerto Príncipe, Nuevitas, Santa Cruz del Sur, Ciego de Ávila y Morón.

En otro orden, para ejercer el mando político y conducir con medidas inteligentes y efectivas la reconstrucción económica del territorio seriamente dañado, el Gobierno Superior envió a la ciudad de Puerto Príncipe al general Camilo Polavieja y Castillo, quien asumió el cargo de gobernador político y militar, en julio de 1878.

Entre otras medidas de su administración, el general Polavieja y Castillo anuló los impuestos por dos años y con el objetivo de poder favorecer a los terratenientes ordenó crear el Banco Agrícola de Puerto Príncipe.

Para más, la Junta Directiva del ferrocarril a Santa Cruz del Sur (encabezada por el alcalde Graciano Betancourt Agramonte y el comerciante español Isaac Rodríguez y Fernández) otorgó facilidades para la creación del Centro Reconstructor Camagüeyano (agosto de 1878); creó la Sociedad de Fomento Agrícola e Industrial, Mercantil y de Crédito, entidad financiera para otorgar créditos a bajos intereses y reconstruir 310 fincas; sumó la creación del “Banco Camagüeyano”; pasó él mismo a presidir la Junta Protectora del Trabajo Agrícola e Industrial (diciembre de 1878); la Sociedad Comendataria Reed Ruíz y Cía. (en 1880); la Sociedad Mercantil Acosta y Cía.; la Sociedad Bernal y Sánchez y otras más por su iniciativa.

No bastó todo. Indicó iniciar el proyecto de electrificación de la ciudad con planta ubicada haciendo frente a la plaza del cuartel de Lanceros del Rey y final de la calle Soledad; abogó por la creación de una compañía para construir el ferrocarril o tranvía urbano; y en 1880 modernizó la primera fábrica de licores, gaseosas y aguas minerales La Moderna propiedad de los españoles José y Ramón Pijuán Ventura.

También otorgó facilidades a las sociedades de socoros mutuos. Y fracasó en el intento de crear una colonia agrícola militar en Punta de Piedra, en el fundo de Mayanabo, pretendiendo dar empleo a abundante mano de obra que supuso hallaría.

Fue astuto en el mando del Camagüey insurrecto. Sin embargo, ninguna medida se centró en atender y solucionar efectiva a los más acuciantes problemas en la capital provincial. Baste señalar que la masa esclava promedió un 87. 20 % del total de 2 290 varones de toda la región y la que sólo integró una fuerza laboral de 36,76%, región con alrededor de 67 789 habitantes.

Y qué decir del analfabetismo, porque hacia 1887 solo el 39,9% de esa población sabía leer y escribir, de modo que el 57,4% de los blancos y el 71,7% de los negros y mestizos eran analfabetos.

“Reanudar lazos”

Una de las prioridades políticas del proyecto de reconstrucción trazado por la administración del astuto general español Polavieja estuvo centrada en socorrer a las entidades y sociedades culturales del Camagüey. No era por gusto, en su criterio, en ellas peninsulares y criollos debían armonizar y dejar atrás diferencias políticas y olvidar el pasado de luchas, en aras de reanudar los lazos de origen con la Madre Patria.

En su criterio, evitarse una nueva contienda que llevara de vuelta a la manigua a criollos y españoles. Todo por asegurar la mantención del status quo hispano en la Isla.

Marchando en esa dirección, recién constituido el Partido Liberal Autonomista, Polavieja dio todo tipo de facilidades para que dicha fuerza nutriera su membresía de simpatizantes y conservadores de la provincia, sujetos reacios a reemprender la lucha armada en el Camagüey.

Para apoyarlos, Polavieja en el orden de la propaganda política e ideológica se afanó en desestimular la corriente separatista o independentista y brindó sólido apoyo a la propaganda del autonomismo, en la que no pocos de sus integrantes buscaban privilegios de clase y económicos y traer al Camagüey la alternativa capitalista.

Así las cosas, en marcha las reformas, tras el estallido de la llamada Guerra Chiquita en el Oriente cubano, esfuerzo carente de “unidad organizativa” y de “equilibrio entre lo militar y lo político”, a criterio de José Martí, el 22 de agosto de 1880 el general camagüeyano Gregorio Goyo Benítez Pérez —uno de los últimos en dejar de combatir a los españoles en Guanuyú (dic. 1877)— intentó insurreccionar a la antigua región. A un año, el 24 de agosto de 1879, de que el general de brigada Belisario Grave de Peralta y 200 seguidores se alzaran en armas próximo a la ciudad de Holguín.

Martí, en carta al camagüeyano Fernando Figueredo Socarrás comentó «(…) se desvaneció por su desorden interior (…)»[3]. Finalmente, carente de apoyo logístico y de seguidores, partió con un ayudante al Oriente, desconociendo el fracaso militar del mayor general Calixto García Íñiguez.[4]

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[1] El Dr. Federico de Córdoba señaló en 1878 que la ciudad parecía un cementerio en medio de un desierto y otro viajero refirió en 1895 que era “[…] solo comparable al de una aldea ―la más mal cuidada― del Imperio Marroquí.” (En: Biblioteca Provincial “Julio A. Mella”. Camagüey. Periódico El Pueblo, XI (112): 2, Puerto Príncipe, 18 de mayo de 1895).

[2] En 1893 la masa vacuna ascendió a 254 082 cabezas.

[3] José Martí: Obras completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1963, t. 1, p. 303.

[4] Mientras se preparaba para trasladarse a Jamaica Benítez fue sorprendido y asesinado, el 16 de octubre de 1880.

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