Por: Enrique Atienzar Rivero

Francisco Agüero Velazco (Frasquito) abonó con su vida la estela de patriotas que enfrentaron la metrópoli española, mientras señaló el camino a posteriores generaciones de revolucionarios, quienes alumbraron la definitiva victoria frente al águila imperial estadounidense, en enero de 1959. Fue llevado a la ahorca el 16 de marzo de 1826, por promover un levantamiento insurreccional, después de ser detectada su presencia en la zona cercana a la actual ciudad de Camagüey, conocida como Las Cuabas. Antes, había desembarcado en una goleta por Santa Cruz del Sur y quisieron atribuirle esa posición bajo la influencia de fuerzas foráneas, hecho que no se pudo comprobar.

La sentencia de la Real Audiencia de Puerto Príncipe se hizo efectiva en uno de los espacios del actual Parque Agramonte, sitio que los camagüeyanos tienen la obligación de venerar.

Fomentando la revolución

En febrero de 1823, las autoridades conocieron que en Nuevitas se realizaban actos contra la seguridad pública y, al realizar las investigaciones pertinentes, apareció involucrada una joven persona, nombrada Frasquito, quien frecuentemente trataba de fomentar una revolución en contra del Gobierno español”, en sociedad con Alonso Betancourt. Con 17 años de edad, Agüero ya recibe la primera acusación, justamente en La Habana, por la redacción de una proclama de carácter independentista. Sus ideas fueron de avanzada. Una de las organizaciones conspirativas de la época fue La Liga de la Cadena, a la que Frasquito estaba afiliado. Manifestó su anhelo de poner las leyes en manos de los cubanos, para que fueran libres.

Tributo

La conmemoración el próximo año del bicentenario del ahorcamiento de este independentista, debe servir para que se promueva en las escuelas un movimiento, para conocer cuáles fueron las singularidades que distinguieron a este principeño.