Máximo Gómez se encontraba inmerso en ejercer su influencia política para evitar la reelección presidencial de Tomás Estrada Palma, cuando la muerte le sorprende, un 17 de junio de 1905. Para ello inicia una campaña que lo llevó por toda la isla, con el mismo ímpetu que llamó a votar por este en su primer mandato constitucional al efectuar un recorrido por distintas regiones del país, invitando como oradores a Orestes Ferrara Enrique Villuendas, Mario García Kohly, José Lorenzo Castellanos, Felipe González Sarraín, Francisco María González.
Una rápida enfermedad
En junio de 1905, realiza un viaje a Santiago de Cuba junto a su familia para continuar con su campaña por el Oriente; dejando aplazada una gran manifestación que se proyectaba en su honor y también contra la reelección en La Habana, como bien refiere Orestes Ferrara. Tantas fueron las muestras de cariños y afecto hacia él, que se le infectó su mano a causa de una pequeña herida que tenía por haber estrechado las de muchos compañeros, amigos y admiradores.
Por recomendación médica regresa rápidamente a La Habana. Una multitud lo esparaba concentrada en la terminal de trenes Villanueva, pero su viaje culmina en la Quinta de los Molinos. En un coche es trasladado hasta una casa situada en la intercepción de 5ta y D, en el barrio habanero de El Vedado, que se alquila para hospedarlo; pues el gobieno había aprobado un presupuesto para los gastos de enfermedad.
Una muerte inesperada
Sin embargo, Gómez estaba gravemente enfermo, debido a que la herida se había complicado produciéndole una sepsis generalizada, lo cual le conlleva a la muerte en la tarde del 17 de junio de 1905.
El pueblo le rinde homenaje
Susana Méndez, explica que fueron decretados tres días de luto nacional y nueve jornadas de duelo oficial. Durante esos primeros tres días, luego de su deceso, cada media hora, se disparaba un cañón de la fortaleza de La Cabaña, y repicaban las campanas de la iglesia.
Es velado en el entonces Palacio Presidencial, hoy Museo de los Capitanes Generales. Su ataúd es cubierto con las banderas de Cuba y de su país natal; mientras Estrada Palma daba lectura a una proclama sobre su fallecimiento.
El día 20, a las tres de la tarde, luego de 21 disparos de cañón, partió el cortejo integrado por veinte carros, hacia el Cementerio de Colón, en el que fue enterrado con honores de presidente y en medio de una gran manifestación de duelo popular. La que la ceremonia fúnebre realizada puede ser considerada como la más grande de la Historia de Cuba hasta ese entonces (Ver Foto 1).
Conclusiones
La muerte de Máximo Gómez, resultó un verdadero golpe en esos primeros años de la República burguesa, pues no solamente moría el líder, el veterano héroe; sino también el apoyo, el sostén que el pueblo cubano necesitaba en ese momento.
Bibliografía
Ferrara, Orestes. Mis relaciones con Máximo Gómez. Molina y Compañía. La Habana, 1942.
Méndez Muñoz, Susana. “Aniversario 115 del fallecimiento del General Máximo Gómez”. Periódico Cubarte, 17 de junio del 2020.
Wejebe Cobo, Jorge. “El último combate de El Generalísimo”. Agencia Cubana de Noticias (ACN).