El Hotel Plaza de Camagüey tiene entre sus encantos, además de su hermosa arquitectura, el haber hospedado a diferentes personalidades de la cultura internacional en la primera mitad del siglo pasado.
Entre esas figuras ilustres se encuentra la premio nobel de literatura Gabriela Mistral, la habitación cifrada con el número 240 aún recuerda al visitante el paso de la escritora chilena por Camagüey.
La visita
La prensa de la época cuenta que estuvo en la Ciudad el 19 de junio de 1931 “por escasas seis horas y cinco minutos”. Fue recibida por representantes del gobierno provincial y figuras de la vida cultural y educacional.
Llegó en un biplano por el aeropuerto Ignacio Agramonte, al que fueron a esperarla representantes del Tenis Club, La organización feminista de la época, miembros del Liceo y también autoridades del gobierno.
A pesar del poco tiempo, la Sociedad Camagüey Tennis Club le ofreció un ponche de honor. Gabriela se despidió así: “Estoy altamente reconocida a las atenciones excepcionales que para conmigo, han tenido las damas feministas, mis compañeras las maestras y las autoridades, y como dije, espero que mi tiempo me permita volver a esta legendaria ciudad.”
En el hotel
Su estancia fue breve, unas horas para el baño y la espera del tren, para terminar su agenda en la Capital, a la que visitó en 4 ocasiones; del segundo viaje a Cuba fue su paso por Camagüey.
La habitación donde reposó, le recuerda al visitante su lazo con la literatura, pues una máquina de escribir y algunos libros para la decoración interior, dan fe de ello, también una tarja de mármol en la fachada.
Cuenta la comunicadora del Hotel, Rosana, que muchos huéspedes quieren pernoctar allí por el espíritu de misterio y elegancia que guarda al recámara, también lo asegura el carpetero, Igmar, quien vive orgulloso de la historia de la instalación hotelera y me facilitó las fotos del interior.
La presencia de la escritora chilena, Gabriela Mistral, guarda muchos secretos, pues su verdadero nombre era Lucila Godoy. El seudónimo de Gabriela era para despistar a los dictadores de su país que la perseguían por sus escritos acusadores.
Su lazo con las letras cubanas
La escritora fue una ferviente admiradora de la obra de José Martí. Hay una anécdota guardada en la que Gabriela, después de dar una conferencia sobre Martí en un pueblo pequeño de Cuba, iba tan feliz que una mujer asistente le comentó que parecía estar enamorada de él, a lo que ella respondió: “Si usted lo hubiese conocido o lo conociera, también se habría enamorado”.
Después de este acercamiento a la primera mujer de Latinoamérica en conquistar un premio Nobel de literatura en 1945, vencedora de los obstáculos impuestos por la sociedad conservadora de la época, al entrar a la habitación del Hotel Plaza que perpetua su paso por Camagüey, pude apreciar que como dice en el libro -Gabriela Mistral en Cuba-, su autor Luis Aguilera, también Gabriela sintió la armonía de esta ciudad y la calidez de su gente que conmueve.