Con motivo del Día Internacional de los Museos el pasado 18 de mayo, el buen amigo y gran estudioso en estos temas del patrimonio y muchos más, Nérido Pérez Terry, se refirió a una frase dicha por alguien muy autorizada como es María Mercedes García Santana, maestra y decana de los Museólogos.
No pude contenerme y hoy comparto con ustedes esta frase: “…El museo no lo hace una sola persona, lo hacemos todos…” De inmediato pensé en esas grandes o pequeñas instituciones que atesoran infinidad de valores desde todos los aspectos, esas que en ocasiones hasta en apartamentos de un edificio, en intrincados poblados guardan las muchas o pocas; pero valiosas piezas que han conservado con tanto esmero durante el tiempo atrás.
Todos somos parte
El agradecimiento va también para las personas que decidieron entregarlas para su mejor conservación, para que manos acertadas que estudiaron minuciosamente esta materia, necesaria para preservar los valores de una comunidad, un pueblo, un país; velaran por su conservación.
Desde mi visión
Siempre los museos han dejado en mí una profunda huella y me han interesado en demasía, pues indiscutiblemente las enseñanzas que nos transmiten son incalculables. Nos transportan a épocas pasadas de las cuales no hemos tenido vivencias.
Nuestra provincia es afortunada, pues contamos con una gran historia que desde luego se muestra en los museos que poseemos y portamos con orgullo.
¿Quién no ha sentido al visitar el Museo provincial Ignacio Agramonte la presencia de aquellos hombres que fueron prisioneros un día en uno de sus locales para luego ser trasladados a lo que hoy conocemos como Avenida de los Mártires, hasta la actual Plaza que lleva el nombre “Joaquín de Agüero”, para ser ejecutados el día 12 de agosto de 1851 y luego se convirtieron en próceres de la independencia?, o quién no ha advertido la hidalguía y el valor de nuestro Mayor al ver sus pertenencias en su Casa Natal. Resultarán pocos los que no han percibido el olor de las flores que un día ese mismo hombre, el Bayardo, entregaba a su siempre novia, allí donde surgieron sus amores en la Casa Quinta de su bella Amalia…
Y así podría poner muchos ejemplos, pues cuando usted continúa nombrando sitios y lugares de indiscutible valor en nuestra ciudad se percata que tal vez, hasta en una simple calle o vivienda, puede existir una anécdota que contar y hasta una importante huella que proteger.
Un museo singular
Y si de atesorar riquezas se trata dónde dejamos nuestro Cementerio General, museo a cielo abierto, como se le suele llamar y que afortunadamente ya hoy exhibe otra cara, pues gracias a la intervención de la Oficina del Historiador de la ciudad con su proyecto magnífico, va cambiando día a día su fisonomía para convertirse en el verdadero y justo lugar en el que reposan tantos y tantos hijos de esta tierra agramontina que dejaron un legado imperecedero a las actuales y futuras generaciones.
Pero esos lugares existen porque existimos todos, por eso afirmo plenamente lo que la Maestra de los Museólogos aseveró y exhorto a contribuir con nuestras donaciones a que continúen existiendo y conservando la historia, la cultura y la idiosincrasia de lo que somos.