Más bien entre Martí y Cisneros[1] existió un acercamiento oficial, nada cordialmente afectuoso,[2] no obstante este particular no impidió que el Maestro tuviera en su proyecto de reinicio de la lucha en la Isla acercar al Marqués a sus planes insurreccionales.
Mucho era el respeto que sentía Martí por ese liberal radical, —en recambio continuo hacia el ser nacional—, por su trayectoria patriótica al lado de los jóvenes de la Filarmónica; atravesando por el alzamiento de Joaquín de Agüero; integrar el triunvirato de la Junta Revolucionaria de Camagüey y la logia masónica Tínima para concretar el alzamiento de Las Clavellinas, en 1868; por integrar el Comité Revolucionario del Camagüey, y pasar al frente de la Cámara de Representantes y de la República de Cuba en Armas. Cisneros fue una de las personalidades «que ocupa un merecido lugar de destacada relevancia».[3]
El Marqués en la «tregua fecunda»
En Nueva York, Filadelfia y en Cayo Hueso no se perdió tiempo en fraguar la nueva etapa para el logro de la independencia de la Mayor de las Antillas. Con ese propósito el 12 de noviembre de 1882, Martí convocó a varios emigrados para efectuar una reunión en Nueva York, oportunidad en la que se dieron cita Cirilo Pouble, Enrique Trujillo, Cirilo Villaverde y Salvador Cisneros.[4] La reunión tenía entre sus objetivos crear un órgano que uniese a las demás organizaciones y clubes. Finalmente fue constituido el Comité Patriótico Organizador de la Emigración Cubana, en la fue electo para presidirlo Salvador Cisneros. A decir verdad, la labor del Comité fue efímera en tanto parece que Cisneros viajó a Cuba con otros encargos secretos de Martí.
Después Martí principal inspirador de la labor de inteligencia y contrainteligencia fuera y dentro de la Isla, escribió a Fernando Figueredo: «[…] Ya tengo comisionado para el Oriente, y en La Habana se me agencia en estos momentos el de Camagüey».[5] El agente para nuestra región fue Gerardo Castellanos Lleonart, quien trabaría contactos con Cisneros, Francisco Sánchez y Alejandro Rodríguez. Otro camagüeyano que apoyó al Partido Revolucionario Cubano (PRC) y a labores de inteligencia fue Manuel Barranco y Miranda[6], que traería correspondencia de Martí al Marqués y de él llevaría mensajes al Delegado. José María Treviño hizo igual.
Para organizar la red conspirativa en el Camagüey Martí ideo claves especiales. Por la carta del Delegado al General Gómez, fechada en Nueva York, el 20 de octubre de 1894, es fácil advertir que el Apóstol se carteó directamente con Cisneros: «[…] el contenido de las cartas entre el Marqués y yo, y los sucesos a ella referente (al Camagüey) […]»[7].
Martí no quería arriesgar nada esencial poniendo planes en conocimiento de viejos luchadores vacilantes. Cisneros (Melitón, Zenón, Santos, Sabino o Juan Sagol) era «hombre de toda confianza». Solo a él dirigió correspondencia en sobres dobles con el seudónimo A Santiago Correoso los que hacía llegar a la casa marcada con el nro. 97 en la calle San Fernando, propiedad de la familia Pichardo-Ramírez.[8]
Y es casi seguro que por esa vía se le hizo llegar copia de la nueva orden del Plan de Alzamiento, el 29 de enero de 1895.[9] El Marqués dio a Gómez aviso de que por Santa Cruz del Sur debía desembarcar el 24 de febrero[10], en cambio a Martí atenerse de venir. ¿Pudo deberse esa sugerencia a la presencia de su esposa Carmen, o más bien a prevenirlo de su cuñado el Comandante de Estado Mayor Español Leopoldo Barrios y Carrión? Puede que a ambas cosas a la vez.
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[1] Hijo de José Agustín de Cisneros y Quesada, primer Marqués de Santa Lucía, y de Ángela Betancourt y Betancourt; nacido el 10 de febrero del año 1828. Apellido que se ligaba al de otras muchas familias del patriciado criollo principeño, entre otras, los Arteaga, los Recio y los Castillo.
[2] Álvarez Álvarez, Luis y Gustavo Sed Nieves: El Camagüey en Martí. Instituto Cubano del Libro, Editorial José Martí, La Habana, 1997, p. 231.
[3] Loyola Vega, Oscar Antonio: La nación insurrecta. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2018, p. 243. Invito al lector a incursionar en el contenido del artículo del Dr. Oscar Loyola, que con tanta brillantez intelectual coloca en merecido puesto a ese “isleño de cubanía estallante”, como él mismo calificara al Marqués.
[4] Rodríguez La O, Raúl: Los escudos invisibles. Un Martí desconocido. Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2018, pp. 59-60. En el mismo texto se advierte en carta que enviara Martí al Mayor General Máximo Gómez, el 20 de julio de 1889, lo que parece ser la conspiración secreta que en la Isla ya emprendían hombres de su más entera confianza, entre los que debió estar Cisneros: «[…] Nuestro país abunda en gente de pensamiento […]», p. 62.
[5] Ob., cit. p. 103.
[6] Nació en Puerto Príncipe en 1842 y murió en Tampa, el 22 de diciembre de 1894. Martí fue padrino de bautismo de su hija Patria Barranco. (Ver: El Camagüey en Martí arriba citado, pp. 189-193.)
[7] Rodríguez La O, Raúl: Ob., cit., p. 132.
[8] Al cifrado interior se añadía Agramonte, apellido de El Mayor Ignacio Agramonte. Dos integrantes de esta familia de los Pichardo, Juana y Rosa Pichardo (Hermanas de la Caridad) habían desarrollado labores de inteligencia en la Guerra Grande bajo la guía del agente Grant Juan Torres Lasqueti.
[9] Martí abandonó Nueva York en el vapor Athos en igual fecha, poniendo rumbo a Santo Domingo. Existen referencias escritas que explican por elemental compartimentación de Martí, que Gómez desconocía informaciones secretas dirigidas por él a sus agentes en la Isla.
[10] Gómez sugirió a Martí que en el Camagüey «debía establecerse el gran Centro» (de operaciones).


