Por entre la gente va una mujer afortunada. Comparte la suerte de vivir en una ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad: Camagüey, el lugar de sus viejos afectos y proyecto de los nuevos.
Ella es urbanista. Marisabel Torrens Amador es especialista del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey. “Me place mucho mi trabajo pues va encaminado a enaltecer los valores de la urbe. Yo soy una mujer que ha tenido mucha suerte como profesional, pertenezco a un colectivo muy especial con un alto compromiso y sentido de pertenencia con la ciudad.
“La vida me ha dado excelentes oportunidades de aprendizaje y disfruto de cada tarea que se presente. Pongo todo mi empeño para que los futuros arquitectos vean en el urbanismo una apasionante posibilidad de creación”, afirma desde su experiencia en la docencia.
Pero en el acto de educar también va el ejemplo como práctica. Marisabel puede enseñar desde la pasión de sus palabras y las acciones que se reflejan en una ciudad mejor para vivir.
“Los urbanistas que trabajamos en la conservación del patrimonio lo hacemos realmente con mucho amor, dedicación y alta profesionalidad para lograr no solo que Camagüey sea una ciudad atractiva y reconocida en el mundo.
“El ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad visibiliza y posiciona a cualquier ciudad del mundo, pero esta es una condición que puede también perderse si no hay un manejo adecuado del desarrollo de la ciudad. Esta declaratoria, por tanto, requiere no solo la voluntad de los gobiernos e instituciones -que es fundamental-, sino además la de sus ciudadanos de mantener una condición que indudablemente es un reto”, explica la arquitecta.
Los urbanistas tienen una gran responsabilidad en la gestión del patrimonio local y el desarrollo armónico de la urbe a partir de las prioridades que conjugan una serie de disciplinas y especialidades.
Marisabel Torrens, Premio Alarife Público Fulgencio Arambula en 2019, resalta también el trabajo de conjunto con la población.”No hay ningún proceso de diseño válido, eficaz ni sostenible si no se realiza desde las necesidades y aspiraciones de la población residente, sujeto del desarrollo urbano y portadora y garante de valores patrimoniales, que ante todo reconozca que ese patrimonio es un recurso vital para el desarrollo económico local”.
La también Premio a la Vida y Obra que otorga la filial agramontina de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba es, sin duda, una amante de una ciudad que encuentra en el urbanismo, una ciencia de desafíos.