Vivir con ganas…

Foto: Archivo OHCC
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Casi siempre me ha gustado escribir, cada día 23 de marzo, no sé si será porque ese día para mi posee una connotación especial porque es mi cumpleaños; o porque también es aniversario del natalicio de una grande de las letras hispanoamericanas, indudablemente me refiero a Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Y hoy, como años anteriores también lo haré, y lo haré recordando un hecho o acción cultural que allá por la década de los 90 del pasado siglo, se convirtió en una tradición liderada por el Centro Provincial de Aficionados y Casas de Cultura, ese que como ya he rememorado otras veces; se convirtió para mí en una escuela por haber aprendido tanto de verdaderos Maestros.

Me refiero  a los Metodólogos Provinciales de aquella época, personas de talla mayor como por ejemplo, José Angulo Cisneros, Juan Ruíz, Ramón Cancio, Dalia Aguilar, por solo mencionar algunos.

Esta actividad o evento, como rezaba en nuestro plan anual, estaba liderado por la escritora y siempre querida amiga, Gertrudis Ortiz Carrero.

Estoy hablando del concurso “Carta de Amor”, que se lanzaba para que participaran las personas pertenecientes a los Talleres Literarios o no. Debían escribir una carta de amor que sería examinada por un jurado constituido a tales efectos, el que decidía la premiada, y el estímulo era entregado justamente el día del natalicio de la Tula en homenaje a ella.

Venían representantes de todos los municipios que habían concursado. Antes de que se produjera la premiación se colocaba una ofrenda floral en la fachada de la casa de la poetisa, allí en la calle Avellaneda y se expresaban palabras en su honor.

Luego de varios años esta acción cultural desapareció por causas que desconozco, siendo rescatada por la Casa de Cultura Ignacio Agramonte en 2012 hasta el pasado año, pues al decir de su actual Subdirectora de Programación, por razones de la pandemia ha sido difícil realizarla en estos momentos.

En cada año de aquellos vividos con la intensidad de ese día, se me dificultaba celebrar mi cumpleaños de forma íntima con mi familia, pero lo hacía con el fragor de aquella gente entusiasta y arriesgada que a veces sin tener certeza de cuándo regresarían y a qué hora llegarían a sus casas, -pues el transporte siempre fue nuestro talón de Aquiles-; se encargaban de felicitarme y de que me sintiera bien en su compañía, aunque tuviera que estar inmersa en la labor de dirección, tan ingrata en ocasiones.

Por eso siempre tendré un pensamiento lindo hacia aquella noble y hermosa actividad que con tanto cariño y dedicación realizábamos, y estoy segura que cuando los tiempos se tornen normales podremos disfrutarla nuevamente.

Entonces hoy, y a pesar de cumplir muchas más primaveras, estoy feliz y agradecida de haber vivido esas y muchas otras experiencias y digo como alguien, que no recuerdo ahora quién fue, pero que me pareció excelente y con lo cual me identifico totalmente:

“ …Qué importa una arruga, qué importa una cana, lo que importa es la vida y vivirla con ganas…´´

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