Mes de grandes efemérides y celebraciones es el mes de marzo: la protesta de Baraguá (15), el nacimiento de la ilustre dramaturga Gertrudis Gómez de Avellaneda (23), los Días Internacionales de la Poesía (21) y de la Mujer (8); también el Día del Arquitecto cubano (13). Todas constituyen sin dudas fechas de gran trascendencia nacional y mundial, pero dos de ellas, por esenciales y definitorias para el desempeño de nuestra labor, constituirán tema central de estas líneas: el Día del Arquitecto Cubano y el Día Internacional de la Mujer.
La gestión y salvaguarda del patrimonio construido no es posible sin la mirada perspicaz y la empatía de los arquitectos: un profesional dedicado a pensar, crear y proponer soluciones plausibles, en aras de garantizar el desarrollo de los asentamientos humanos. Varias disyuntivas deben atender en su a veces ardua búsqueda de la perfección y la belleza: modernidad/patrimonio, futurismo/objetividad, arte/diseño, funcional/bello; conceptos que no siempre son discordes, pero que pueden generar tensiones a la hora de armonizar y decidir.
Para la Oficina del Historiador, como para toda la sociedad, la labor del arquitecto es vital. La conservación y restauración de los vetustos edificios que pueblan nuestro Centro Histórico, dependen en gran medida de sus sabias manos; asimismo, soluciones urbanísticas, rehabilitaciones, refuncionalizaciones y otras tipologías de intervención, necesitan de su participación.
El que hoy nuestro Centro Histórico sea joya excepcional para Cuba y el mundo es resultado, en gran medida, de la impronta humana en materia de arquitectura. Y aunque no siempre fueron “arquitectos de profesión” los que asumieron el reto, la vocación de los que pensaron, planearon y construyeron poco a poco nuestra ciudad, hace pensar en ellos como “arquitectos de aptitud e inspiración”.
En otro punto de nuestra reflexión direccionamos la mirada hacia la mujer y su impronta de ser imprescindible, no solo en la preservación y continuidad de la especie humana, sino también en el perfeccionamiento continuo de la sociedad. No existe obra fecunda y duradera que no entrañe participación de la mujer; es ella la diosa del hogar, la reina indiscutible del amor y la heroína del día a día. Fuerte es su espíritu si de resistir se trata, blando y dulce su corazón si de ternura hablamos, interminable su ímpetu si la abnegación se impone.
Más del 50% de la fuerza laboral de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey está compuesto por féminas, por lo que parte del éxito que hoy se exhibe en varios frentes, constituyen triunfos protagonizados por el mal llamado “sexo débil”. Los ejemplos son muchos y palpables: no existe un área, un departamento, un rinconcito de esta institución y del mundo que no haya sido conquistado, como una vez la Luna, por la mujer.
Felicidades entonces a nuestras mujeres y a los arquitectos todos en su día; sépanse útiles, sépanse reconocidos y sépanse siempre…indispensables.