Apuntes sobre las acciones combativas de la contrarrevolución en Camagüey

Foto: Cortesía del autor
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Por: MSc. Ricardo Muñoz Gutiérrez

Es difícil un recuento de la historia del pueblo de Cuba, después de 1959, y no recordar la guerra sucia que los Estados Unidos, representantes de los gobiernos de la República dependiente y de la dictadura batistiana, desplazados del poder, le hicieron al Gobierno Revolucionario que no paraba de dictar medidas populares, democráticas y antimperialistas.

Es difícil retener los nombres de las organizaciones contrarrevolucionarias integradas por exmiembros del Ejército de Batista, terratenientes, seudorrevolucionarios y obreros y campesinos confundidos: La Rosa Blanca, Triple A, Movimiento de Recuperación del Pueblo, Frente Único del Escambray, Frente de Liberación Nacional, Bloque Obrero Anticomunista, Movimiento Nacional Revolucionario, Movimiento Revolucionario Democrático, 20 de Mayo, Rescate, Movimiento de Recuperación Revolucionaria 30 de Noviembre, Movimiento Demócrata Cristiano, Movimiento Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas de Liberación, Ejército de Liberación Nacional y Resistencia Agramonte, son nombres citados en la bibliografía sobre el periodo histórico a nivel nacional y en Camagüey.

Estas organizaciones reclutaron hombres, introdujeron armas desde el exterior, organizaron y/o ejecutaron sabotajes, atentados a dirigentes de la Revolución, actos terroristas y crearon grupos armados que realmente fueron bandas, de bandidos, que en vez de enfrentar a las fuerzas armadas revolucionarias se dedicaron sabotear la economía y las obras sociales del Gobierno Revolucionario y asesinar a quienes simpatizaban o defendían la Revolución.

Aunque el foco fundamental de estas bandas estuvo en las montañas de la antigua provincia de Las Villas, la entonces provincia de Camagüey también tuvo la presencia de estos bandidos, fundamentalmente en el noroeste, ahora perteneciente a Ciego de Ávila; pero, hubo bandas en la Sierra de Cubitas.

Para referirnos a los efectos o daños de las acciones de las organizaciones y bandas en el territorio de la actual provincia de Camagüey, iniciamos por los daños humanos. En un trabajo anterior se abordó el asesinato del miliciano Emilio Pisco Sánchez de 17 años, su padre Ramón Pisco Barranco y de Jesús Hidalgo Olivo al que le causaron 18 perforaciones, el 22 de marzo de 1962, en una granja de la Sierra de Cubitas.

El 4 de abril de 1969 en la Cabera, asociación campesina Ramón López Peña, en Vertientes, un grupo de niños jugando en un rancho del patio de la casa, encuentran una granada MK-2 de fragmentación; en su inocencia, le quitan la espoleta y se produce la detonación. Han pasado más de 50 años e impresiona las imágenes de tres niños destrozados con sus intestinos fuera del abdomen; tenían 3, 4 y 7 años de edad; un cuarto, de 6 años, fue herido.

Increíblemente, el incendio y destrucción de escuelas rurales fue una de las preferencias de las “acciones combativas” de la contrarrevolución. Entre 1961 y 1963 le prendieron fuego a 10 escuelas: la de Guaicanamar y la Nº 115 del barrio San Pedro, y Ahocinao del barrio Yaguabo, en Santa Cruz del Sur; La Macagua en Amancio Rodríguez; la Mártires del Goiucuría, La Legua y la Carlos Manuel de Céspedes en Guáimaro; la Nº 71 de San Gerónimo en Florida, la Nº 14 en la carretera de Guáimaro a Amancio y otra en la Granja Camilo Cienfuegos en San Miguel.

La industria azucarera fue blanco de las acciones de sabotaje. La quema de cañaverales fue los más común; la historia del municipio Carlos Manuel de Céspedes apunta que entre enero y mayo de 1962 se incendiaron 85 cañaverales, la de Santa Cruz del Sur anota que en la zafra de 1962-1963 se incendiaron 34 cañaverales. Los centrales también fueron objeto de sabotajes; el 11 de febrero de 1962 en el Panamá arrojaron un sinfín a una canal vibradora de azúcar de una centrifuga y en el República Dominicana rompieron la tela de la centrífuga y hubo mala fabricación de azúcar. El 8 de septiembre de 1963 una avioneta procedente de Estados Unidos arrojó 5 bombas en el área del Central Brasil de las que una sola cayó en el batey; pero no causó daños.

Otros sectores de la economía también fueron víctimas de la guerra sucia estimulada, financiada y con apoyo logístico del gobierno de los Estados Unidos. En el mismo año 1959 sabotearon la cosecha de frío de las arroceras de Florida y desaparecieron los salarios de los obreros para culpar a la Revolución. En los años 1962 y 63 incendiaron y destruyeron una nave de pienso en Brasil, Esmeralda; una cochiquera en Guaicanamar, Santa Cruz del Sur; una nave de pollos en Lugareño; un almacén de algodón en el central Elia e incendiaron una cochiquera en Florida, la desmotadora de algodón en Camagüey, una casa de tabaco en Tetuán, Guáimaro, una Tienda del Pueblo y un camión repartidor de pescado en el barrio San Miguel.

Las líneas eléctricas y telefónicas también fueron objetos de sabotajes mediante cadenas o corte de cables o postes; en las primeras se reportan en dos oportunidades entre Esmeralda y el Central Brasil, entre Camagüey a Vertientes, en Minas y en Carlos Manuel de Céspedes. En las líneas telefónicas se cortaban los cables o postes entre Esmeralda y Florida, Camagüey y Vertientes.

Durante estos años, se robaron cuatro avionetas del aeropuerto de Camagüey y de las pistas de Florida y Vertientes y dos embarcaciones del subpuerto de Manopla y Nuevitas.

Solo estos ejemplos sirven para demostrar la envergadura de las acciones contrarrevolucionarias e imaginar, en primer lugar, la pérdida de vidas humanas víctimas de crímenes o caídos en la defensa de la Revolución, los lesionados o el dolor de las familias. Lo segundo, los daños materiales; millones de pesos perdidos y miles de hombres empleados durante años en la defensa que podrían haberse dedicado al desarrollo económico del país.

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