En otras ocasiones he comentado que la ventaja de tener años son las vivencias que poseemos, los recuerdos y las historias que guardamos. Tengo los míos y que mejor que compartirlos con ustedes.
Recientemente se cumplió el aniversario treinta y cuatro de la conocida Asociación Hermanos Saiz, fundada el 18 de octubre de 1986, a la que se le deben tantos logros y éxitos por esos creadores que unidos con un mismo fin: hacer arte; llevan lo más autóctono de nuestra cultura a todo el país y fuera incluso.
La muestra más palpable que para la juventud no hay nada imposible y que con ellos se puede y se podrá contar siempre, pues la disposición y altruismo son características que los hace ser más valiosos aún.
“Juventud divino tesoro”, alguien dijo una vez, pero, ¿qué fuera de esa juventud si no tuviera la experiencia, los recuerdos y las anécdotas de los que peinamos canas y las compartiéramos con ellos? Creo serían buenos también, pero les podría faltar, tal vez, un poco de emoción de momentos anteriores que solo los “mayorcitos” podríamos proporcionarles.
Por eso hoy me referiré a la Brigada Hermanos Saiz, la organización que allá por la década del 70 y un poco más agrupó a los creadores jóvenes también y que indiscutiblemente resultó la precursora de la hoy AHS.
Para contar…
Corría el año 1976 y el movimiento de artistas aficionados en esta provincia era muy poderoso, pródigo y fuerte, con gran calidad en todas las manifestaciones artísticas. Allí, en el local de la calle Cisneros entre Hermanos Agüero y General Gómez, donde se localiza actualmente el Grupo de Teatro de Luz y sede oficial de la Edad de Oro, dirigido entonces por el inolvidable Maestro Bistermundo Guimaraes, sesionaba y ensayaba diariamente en la tarde y hasta casi anocheciendo el Grupo de Teatro “Como lo soñó Martí´´, dirigido por el entonces estudiante de economía Luciano Castillo, devenido crítico de cine e intelectual cubano de altos quilates.También estaba integrado por estudiantes pertenecientes a la enseñanza media en general.
Puestas de talla mayor fueron logradas y exhibidas por el mismo, tales como: “Los que van quedando en el camino”, “ La canción del bambú”, “Peter Pan y Wendy”, “ Los entremeses de Cervantes”, “Abdala”, “La zapatera prodigiosa” y tantos otros. Recorríamos municipios, escuelas, incluso con pequeños montajes para los padres de niños con problemas de conducta que ilustraban maneras correctas e incorrectas de conducirse, puestas que se agradecían infinitamente.
Festivales de base, municipales, provinciales y nacionales, en los que los premios eran seguros en casi todas las oportunidades. Actuaciones en los teatros del territorio eran habituales, así como las peticiones de innumerables centros laborales para que actuáramos en tal o cual fecha, momentos en los que el grupo siempre estaba presto a colaborar y lucía sus mejores galas.
Por azares de la vida aquella agrupación que tantos lauros trajo a nuestra provincia se desintegró, pero nunca dejamos de sentir esa pertenencia por ella, desde su director y amigo, con el cual me ha unido siempre una profunda amistad, hasta con un gran número de compañeros que actualmente desempeñan diversas funciones profesionales en la sociedad, desde artistas, maestros, médicos, ingenieros, arquitectos, técnicos, obreros, trabajadores por cuenta propia, en fin, una gran gama de oficios y profesiones; pero nunca, hemos podido olvidar esa época linda de juventud, en la cual como los de hoy, ofrecimos nuestro arte a la comunidad .
Cuando hecho atrás el pensamiento y rememoro, no puedo dejar de sentir una inmensa satisfacción por saber que un día también formé parte de la Brigada, que antecedió a la AHS, organización que admiro, respeto y a la que le auguro mayores éxitos futuros. Entonces, mi felicitación, para ellos, los jóvenes creadores que al paso de los años podrán contar, como yo lo he hecho, algún pasaje y un pedacito de la cultura que conforma esta, nuestra ciudad legendaria.