El Colegio Champagnat de Camagüey

Foto: Cortesía del autor
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Por: Wilfredo Rodríguez Ramos

En muchas zonas de la ciudad fue puesta la huella de la nueva arquitectura en el nuevo siglo, de los nuevos arquitectos catalanes y de la pasión camagüeyana por los buenos edificios. Pero las primeras cuatro cuadras de la gran avenida de los Mártires en la Vigía parecen constituir, de manera fortuita, un museo arquitectónico en el que están representados, a través de ejemplos únicos, todos los estilos de la primera mitad del siglo XX.

Aquí se conforma uno de los conjuntos urbano-arquitectónicos más cualificados de la ciudad, la casona de las 8 Cariátides del catalán Claudio Muns Piqué (1905), la iglesia neogótica de San José (1936) de su hijo, el arquitecto catalán Claudio Jaime Muns Blanchart, la neo-colonial iglesia y colegio Episcopal de San Pablo (1931) del mismo arquitecto, la empinada torre del hotel “Residencial” (1946), donde el arquitecto Claudio Muns hace, sobre la única estructura de esqueleto metálica para un edificio alto en la ciudad, una fachada Art Decó tardío,  pero imponente por su hieratismo, y el “Banco de los Colonos” (1957), del arquitecto camagüeyano Melitón Castelló Verde, una obra clásica del Movimiento Moderno replicada en la ciudad de La Habana con muy poco éxito.

Influencia española

La cuarta obra maestra del arquitecto Claudio Muns Blanchart en La Vigía es el edificio del “Colegio Champagnat” de 1941, la principal obra Art Decó en la ciudad y provincia de Camagüey.

Para 1940 el estilo Art Decó tenia ya una larga historia en Camagüey y en Cuba. Después del eclecticismo, es el estilo más popular en las ciudades tradicionales cubanas y el que ocupó el papel decorativo en cientos y cientos de modestas y pequeñas fachadas, tal vez por la economía que representaba su bella austeridad frente al caro recargamiento del eclecticismo, tal vez porque los más adelantados veían en él precisamente su esencia, la belleza ligada al futuro y a la modernidad.

Las primeras edificaciones Art Decó de la ciudad datan de alrededor de 1935, pero el estilo se solidificó y alcanzó plenitud entre 1938 y 1945, fecha en que comenzó a ceder terreno al Movimiento Moderno. Los arquitectos y maestros de obra catalanes tuvieron en su haber gran parte de las fachadas Art Decó construidas en este periodo.

En la barriada de La Vigía como en la zona más antigua del centro histórico las fachadas eclécticas, que ya habían “modernizado” las viejas estructuras barrocas y neoclásicas de la colonia, fueron sustituidas poco a poco por los nuevos estilos del momento, el neocolonial y el Art Decó. Por esta razón, y salvo muy contadas y valiosas excepciones, el Art Decó camagüeyano es un estilo predominantemente decorativo que se presenta sobre todo en las fachadas de viviendas privadas que mantienen el viejo esquema ecléctico y en ocasiones colonial.

No es extraño encontrar en Camagüey una complicada y neoyorkina fachada Art Decó detrás de la cual aparece una planta austera del siglo XIX y una techumbre de rollizos de madera que nos remonta aun más atrás, a los finales del XVIII. Esta situación comenzó a cambiar a partir de finales de los ‘30 y en la década de 1940 en que el hormigón armado fue usado ampliamente por todos los estratos sociales para la cimentación y construcción de las cubiertas y entrepisos de sus edificaciones.

Los techos de madera, las plantas de patio central barrocas y las losas catalanas cedieron ante las posibilidades plásticas y duraderas del hormigón armado. Los arquitectos catalanes y sus descendientes, sin embargo, continuaron una brillante carrera edilicia en la ciudad.

Siempre lo habían hecho desde su llegada, porque esa era la herencia traída de Barcelona. En Camagüey lo hicieron todo, desde la única reinterpretación que existe en el mundo de la fachada de la casa Batló, del arquitecto Antonio Gaudí en Barcelona, pasando por la construcción del Sagrado Corazón de Jesús, la más espectacular iglesia católica de esta ciudad (1912-1919) y la segunda más alta de Cuba, hasta la muy jocosa e inusitada fachada Art Decó de una casita en la calle de los Pobres, en la que se suman la esencia misma del estilo  con la más pura tradición catalana de principios del siglo XX.

El colegio Champagnat de Camagüey

Desde mediados de los años 30, los Hermanos Maristas de la Orden homónima tenían interés en construir una escuela en la ciudad. La establecieron alrededor de 1935 y poco tiempo después hubo de diseñarse un edificio nuevo, ante el aumento de los alumnos matriculados cada año.

De una sólida tradición pedagógica, la Orden Marista tenía colegios instalados en las principales ciudades de Cuba. El de Camagüey, financiado por la “Franco American Educational Society” y proyectado en 1940 por el arquitecto catalán Claudio Jaime Muns Blanchart fue construido en el plazo récord de 10 meses.

La primera piedra fue colocada el 2 de enero de 1941 y estaba totalmente terminado en el mes de octubre, aunque fue inaugurado oficialmente en noviembre de ese año. El edificio tiene una planta en “C”, alejada ya del antiguo esquema escolar de planta claustral, ninguno de los colegios maristas del país tenía planta de claustro, y se organiza alrededor del consabido patio central ajardinado, elemento clásico de la arquitectura cubana de todos los tiempos por constituir el regulador térmico por excelencia de un edificio en el trópico. Las propiedades de la escuela ocupan un súper lote de 6324.00 m2 de superficie en el que se incluye un gimnasio, piscina y amplias áreas deportivas exteriores y el edificio principal, de tres plantas, posee un área total construida de 2370.00 m2.

Nada escapó en este inmueble al vicio decorativo del estilo. Art Decó son las fachadas monumentales y cada uno de sus elementos decorativos, la letragrafía del frontis con el símbolo del colegio, la bella cerca de hierro que cierra la propiedad al frente y a un lateral, el arranque de la barandilla de la escalera interior, las escayolas del vestíbulo y sus pisos policromos, las molduras y yeserías de los techos y el remate de las 22 columnas que sostienen las galerías techadas en los dos niveles del patio interior, todas rectangulares, de fuste liso y clave Art Decó.

Estructura del inmueble

Los tres niveles ocupan solamente la primera crujía, a todo lo largo de la fachada principal, compuesta por 5 cuerpos (tres verticales, salientes, y dos algo más retirados, contenedores del mayor número de ventanas de las aulas). En la fachada principal, los cuerpos verticales (2 extremos y uno central) se encuentran enmarcados por enormes pilastras de gran fuerza vertical que se proyectan al cielo en doble escalonamiento, hacia el frente y hacia arriba.

El cuerpo central incluye el vano de entrada, un arco de medio punto abocinado con el símbolo marista esmerilado en el vidrio de la luceta. Y en el extremo superior el frontis, sostenido por las grandes pilastras, contenedor del símbolo marista y del nombre del colegio, un elemento verdaderamente imponente que fue diseñado para que se viera perfectamente, inclusive desde el patio interior y las áreas deportivas, porque en su pináculo Art Decó se inserta la asta monumental de la bandera cubana.

A partir de 1959 fue nacionalizada la educación en Cuba y el colegio pasó a manos del nuevo estado ateo. Por este motivo fue retirada de la fachada la bellísima escultura en mármol de Carrara de Marcelino Champagnat (el santo francés fundador de la Orden de los Hermanos Maristas en el siglo XIX), diseñada y esculpida en Italia y colocada en la acera frete al edificio alrededor de 1957.

También fue destruida la capilla del segundo nivel, el más imponente interior Art Decó de la ciudad y de la que solo quedan algunas fotografías de archivo en los antiguos anuarios escolares y algún que otro plafón de yeso en las salidas eléctricas de los techos, que perdieron para siempre el escalonamiento Decó original por haber sido subdividida la capilla en tres nuevas aulas. Con el tiempo se perdió el mobiliario original, todo Art Decó, a juzgar por los escasos ejemplos que se conservan (un banco de la antigua capilla y un mural en madera preciosa). Se perdieron las luminarias originales y el mobiliario y enchapes de los servicios sanitarios, que también seguían las líneas clásicas del estilo.

En la actualidad

Actualmente es una muy buena escuela para la educación primaria. En 2002 fue objeto de la primera remodelación de su historia, en la que se rescató la carpintería original dañada en las fachadas e interiores y fue techada la terraza superior detrás del frontis con una estructura metálica ligera, toda diseñada con códigos Art Decó.

La Oficina de Patrimonio Cultural de Camagüey ha otorgado a este inmueble el Grado de Protección 1 y la categoría de obra arquitectónica de máximo valor en la ciudad. Sin embargo, el valor arquitectónico de este edificio singular tiene al menos dos lecturas importantes. La primera radica en la evidencia de ser, con mucho, la mejor y más completa obra Art Decó de la provincia y ante todo de una ciudad que, aunque modestas, cuenta con obras arquitectónicas Art Decó de gran valía.

La segunda es más compleja y también más gratificante. El colegio Champagnat de Camagüey fue proyectado con formas Art Decó muy duras, ortodoxas y austeras, más cercanas a la cultura del Decó de Nueva York o de cualquier otra gran ciudad americana de los años ’40. Pero una cosa es el proyecto y otra el resultado final construido.

En sus bellas fachadas, junto a la jerarquía de las formas verticales del Art Decó y a la profusión vegetal en los enormes y geométricos paños decorativos, el arquitecto cambió su proyecto, tal vez por una sugerencia ciudadana, y modificó los vanos de ventanas y puertas en rotundos arcos de medio punto, símbolo inequívoco del pasado colonial, esencia misma de esta ciudad que cumplirá en breve medio milenio de vida, comprensiblemente conservadora e inclusive moderna.

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