Por: Oreidis Pimentel Pérez
Cada 25 de mayo la UNESCO dedica una jornada internacional al África, la cuna de la humanidad, una porción del mapamundi lastrada por la extracción de millones de seres para ser explotados como esclavos, una condena a la pobreza perdurable por siglos.
La fecha es colofón de la Declaración Universal sobre la diversidad cultural, por tanto el mes de mayo segmenta a los continentes en cuanto a días para hacer más extensible la revisión científica de varios temas antropológicos.
El caso cubano es casi típico en cuanto a naciones caribeñas impregnadas por el flujo de millones de seres portadores de saberes ancestrales desde la mencionada región, a la vez heredero de la relación entre el racismo y las diferencias sociales como prejuicios perdurables.
El reconocimiento del legado africano en la conformación y expresión de la historia e identidad son en el siglo XXI unos de los temas más abordados en la Isla, en especial las tradiciones socio-religiosas (por ejemplo, la Regla de Ocha o santería), la perspectiva de género entre los afrodescendientes y la presencia afro en la música y el lenguaje.
La huella de África en la ciudad
Desde Camagüey podrían mencionarse múltiples acciones vinculadas a la preservación y rescate de estos legados, desde el funcionamiento de un Ballet Folclórico con poder de convocatoria para realizar un festival nacional llamado Olorum, investigaciones y tesis universitarias, proyectos socioculturales, los vínculos con el Comité Cubano de la Ruta del Esclavo de la UNESCO mediante la Comisión Aponte de la UNEAC y eventos científicos como el propio José Antonio Aponte in Memoriam. No obstante, siempre restan esfuerzos nacionales para la incorporación al sistema de enseñanza del conocimiento de la herencia africana.
La variante cubana del español que hablamos, la música, la cocina, las fiestas tradicionales, las distintas manifestaciones religiosas y otros elementos etnológicos tienen el inconfundible sello originario del continente negro. “Sin el negro Cuba no sería Cuba”, dijo el antropólogo e investigador cubano Fernando Ortiz y por consiguiente sin África no seríamos nosotros los de hoy.