Tenía la mirada fría y penetrante, como la de un águila al acecho. Su nueva residencia estaba en La Habana, donde posiblemente el Almendares le recordó al Neman -el río cercano a su natal Grodno, entonces del imperio ruso, y actualmente de la República de Belarús.
Entró a Camagüey por el aeropuerto de la ciudad, mucho más pequeño que ahora, e inmerso en el viento de las mayores llanuras de la Isla.
Era el primer encuentro físico con la nueva zona de operaciones de la mafia en Cuba, un proyecto encargado a Meyer Lansky, la mano derecha de Charles Lucky Luciano (Salvatore Lucania), considerado el padre del crimen organizado en los Estados Unidos de América; y quien tras ser expulsado de esa nación trasladó su madriguera a La Habana, donde devino el jerarca de mayor nivel en la red mafiosa en la Isla.
Lansky en Camagüey
Lansky, cuyo nombre original era Majer Suchowlinski, tuvo de principal anfitrión en territorio camagüeyano a Germán Álvarez Fuentes -según disímiles filtraciones.
No está probado y el origen fue un rumor, pero el rumor tiene dos facetas: un indicio de la verdad o una farsa. En este caso, ¿cuál es la realidad? No obstante, varios investigadores se han hecho eco de la visita.
El contacto se divulgó al parecer proveniente de empleados de ese conocido hombre de negocios, pero el contenido de las conversaciones quedó oculto por la tradicional capacidad de la mafia en acciones clandestinas y de utilizar diversas fachadas para sus fechorías.
Solo una ingenua presunción podía suponer que el diálogo con uno de los más notables exponentes de la también denominada Cosa Nostra, y considerado el genio financiero de Luciano, excluyó el tema de la transgresión de la legalidad.
Álvarez Fuentes era el dueño de diversas propiedades; una de ellas una droguería y farmacia con licencia para realizar importaciones, y la que comercializaba, además de medicamentos y otros renglones, equipos médicos y fotográficos, y refrescos mediante máquinas tragamonedas.
La autorización para importar incluía, en cuanto a fármacos, productos como drogas de empleo autorizado en la medicina, las cuales por violaciones de la ley también podían destinarse a fines ilícitos. El permiso quizás sirvió igualmente de cobertura con el objetivo de entrar a Cuba sustancias de uso igualmente en la drogadicción.
Los narcóticos han sido una de las más importantes vertientes de los manejos de la Cosa Nostra.
Aún una unidad farmacéutica, el edificio tiene tres plantas y un entresuelo, todo el exterior cubierto de cristales, y radica en una de las esquinas de las calles Avellaneda y San Esteban, en la capital de la provincia.
El primer lugar mundial
Antonio Gil Carballo publicó en 1944 en la revista Bohemia una contundente denuncia acerca de la situación de las drogas en Cuba, y al respecto afirmó, entre otras consideraciones:
El tráfico de drogas heroicas en nuestro país es cada vez más alarmante, no solamente en la capital de la República, sino en el más lejano rincón de la Isla ( ).
El tráfico ha sido tan elevado que en Cuba le ha correspondido según las estadísticas mundiales, el primer lugar.
Lansky más allá de la droga
No debe excluirse que uno de los objetivos de Lansky también pudo ser introducir a la mafia en un amplio proyecto -no materializado- de diversos tipos de negocios en Camagüey: incluidos centros de recreación nocturna, la hotelería y la construcción de inmuebles destinados al alquiler.
Creador de la mayor parte del sistema de lavado de dinero de la mafia, en sus viajes a República Dominicana, Lansky hizo escala en la provincia, lo cual ratificó su interés por ese territorio centro-oriental cubano.
Silencio
No hay pruebas de cuáles fueron los impactos de las relaciones entre el brazo derecho de Lucky Luciano y sus anfitriones; pero esos contactos levantaron sospechas de la extensión encubierta a la provincia de los tentáculos del Imperio de la Habana.
Con ese término, el ya fallecido escritor e investigador camagüeyano Enrique Cirules -galardonado con reconocimientos como el Premio Casa de las Américas- denominó al cuartel general de la mafia en la Isla.
El Sindicato del Crimen sabe guardar muy bien sus secretos, y de los inviolables códigos de honor de ese grupo, el más conocido es la omertá o ley del silencio.
La omertá prohíbe informar acerca de las actividades delictivas mafiosas, y violarla se paga con la muerte.
Un refrán siciliano afirma: el que es sordo, ciego y mudo vive cien años en paz.
La mafia
Poblada desde la prehistoria, la sureña isla italiana de Sicilia fue colonizada por invasiones como las de los cartagineses, griegos, romanos, germanos, bizantinos, normandos y españoles.
Es la mayor isla del Mediterráneo. Su relieve es generalmente montañoso y resulta la segunda de más población en ese mar.
En el siglo XIX surgió allí una institución criminal vigente hasta hoy: la mafia, autodenominada Cosa Nostra, pero agrupaciones similares fueron comunes en países como Irlanda, Reino Unido y Estados Unidos de América.
Batista y la Cosa Nostra
Tolerados por diversos gobiernos cubanos desde la década de los años 30 del siglo XX, los negocios de la Cosa Nostra en Cuba alcanzaron su mayor auge tras el golpe de Estado realizado el 10 de marzo de 1952 por Fulgencio Batista, acerca de quien hay múltiples referencias de jugosos beneficios monetarios recibidos de la organización delictiva.
Lansky fue en la mafia estadounidense el mejor amigo del dictador, con quien tuvo relaciones por más de 30 años y el cual fue uno de los hombres más ricos de Cuba; con posesiones, entre otras propiedades, en nueve centrales azucareros, una papelera, tres aerolíneas, dos refinerías e igual cantidad de destilerías, una televisora, una naviera, dos moteles, una fábrica de materiales de construcción, emisoras de radio, periódicos y revistas.
No solo el mercado de estupefacientes, sino también hoteles, salas de juego, cabarés, construcciones y otros sectores fueron penetrados por la entidad delictiva, que convirtió al país en uno de sus paraísos de impunidad.
Jacob Jake, hermano de Lansky, fue administrador del habanero hotel Nacional, uno de los emporios del juego bendito por la mafia.
Convite mafioso de alto nivel en La Habana
La llamada Conferencia de La Habana, con más de 20 jerarcas mafiosos, sesionó en esa instalación en 1946, y fue a gran escala la primera reunión de la mafia estadounidense desde la efectuada en 1922 en Chicago.
Asistieron personajes tenebrosos de fama internacional, como Charles Luky Luciano, Meyer Lansky, Albert Anastasia, Sam Giancana, Vito Genovese, Frank Costello, Santo Trafficante (junior), Carlos Marcello y Thomas Luchese, a un convite animado por el famoso cantante Frank Sinatra.
Uno de esos personajes, Giancana, era jefe del Sindicato del Crimen en Chicago cuando en 1975 fue ultimado pocos días antes de su obligación de testificar en el Comité de Inteligencia del Senado, ante un Gran Jurado Federal, acerca de los planes en los que había participado para el asesinato de Fidel.
Hay también referencias de que Trafficante estuvo igualmente vinculado a propósitos fallidos de asesinato a Fidel.
La capital cubana emergía como Las Vegas latina y una fértil madriguera para los interesados en el narcotráfico, el juego, la prostitución, las negociaciones laborales ilícitas y la extorsión.
El triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959 comenzó a forjar la muerte de la mafia en la Mayor de las Antillas.
Como expresa una canción de Carlos Puebla: …llegó el Comandante y mandó a parar
Meyer Lansky -fallecido a los 80 años de edad, en 1983 en Miami Beach, Estados Unidos de América- y sus compinches vieron acabados sus negocios en Cuba, donde también fue prohibida su permanencia. El Imperio de la Habana pasó a la historia, sin posibilidad de resurrección.
Fuentes:
– El Imperio de La Habana, y La vida secreta de Meyer Lansky. Enrique Cirules.
– Meyer Lansky. Wikipedia.
– Negocios, lucro y dinero (1937-1958). José Fernando Crespo.
– La república de Miami. José Buajasán y José Luis Méndez.
– Los propietarios de Cuba, 1958. Guillermo Jiménez.