La música en los altares de cruz de mayo

Foto: primicia.com.ve
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Por: Verónica Fernández Díaz

El altar de cruz de mayo es una festividad tradicional y popular decimonónica. Su celebración en Cuba se remonta a mediados del siglo XVIII y posee semejanzas con las fiestas andaluzas. Alcanzó gran popularidad durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX en Puerto Príncipe, mientras en el resto del país se mantienen solo hasta mitad del XIX.

La celebración iniciaba el 3 de mayo y fue traída a Cuba por los españoles. Su raíz está en la costumbre de los ibéricos de colocar en las elevaciones cercanas a las comunidades pobladas una cruz de madera para evitar las catástrofes, epidemias y todo tipo de desgracias. A diferencia de otras zonas del país, los altares celebrados en Puerto Príncipe poseían características propias: no participó en ellos la población negra hasta el siglo XX, y trasladó su celebración a espacios de élite como la Benemérita Sociedad Santa Cecilia.

Al no poseer la región elevaciones donde colocar la cruz, la actividad se circunscribía a ciertas viviendas dispuestas al efecto, fundamentalmente en la barriada de Bembeta y las calles de San Fernando, Alfonso XII, San José y San Patricio.

Desde la víspera del día 3 y hasta el 9 de mayo se reunían las familias e invitados para bailar, cantar y jugar, y a veces comer y beber. Esta festividad podía extenderse hasta el día 31, incluso al 24 de junio, coincidiendo con las del San Juan. Durante la primera noche el dueño de la casa entregaba un ramo de flores al invitado escogido y este al recibirlo contraía la obligación de reformar el altar y pagar los gastos de la siguiente noche, por ello se le daba el título de padrino. En las viviendas se bailaban danzas como el rigodón ―danza de origen francés de ritmo binario que se baila entre dos o más parejas con variedad de figuras― y la virginia ―una de las danzas de la suite y baile de parejas― acompañadas de arpa, marimba y piano; se cantaban también melodías andaluzas. Al terminar el baile se colocaba una moña sobre el hombro del caballero en cuya casa debía celebrarse el próximo Altar de Cruz, o se designaban varios padrinos que enviaban lindas moñas a las muchachas que deseaban como madrinas en la próxima fiesta.

En 1878 se celebraron fiestas de Altares de Cruz en la Benemérita Sociedad Popular Santa Cecilia los días martes, jueves y sábados de cada semana costeadas por diez padrinos y diez madrinas. Resultó esta una de las épocas más brillantes de la Sociedad. Pero la celebración en viviendas particulares no cesó, según recoge Juárez Cano, en una de las festividades realizadas en el callejón de Jaime poco antes de estallar la guerra de Independencia (se infiere sea la de 1895-1898), tocó en la casa de la familia del padre Mayola el célebre Pachencho, quien interpretó Vals sobre las olas en su arpa, y que, al agotarse los dulces y bebidas, y el padrino negarse a buscar más se armó un zafarrancho. Entonces Pachencho tocó un alegre pasodoble e inició prudente retirada protegiendo su arpa de los enfurecidos botellazos.

José Arango y Padrón, conocido como Pachencho, fue barbero de oficio y uno de los arpistas más conocidos y famosos de Puerto Príncipe. Aprendió el arpa de cajón con un instrumento construido en 1871 y luego reconstruido por él. Con esta arpa formó parte del Cuarteto Melódico que estaba integrado además por guitarras y clave e interpretaba música cubana.

Tocó también la trompa, pero su fuerte era su arpa, el viejísimo instrumento sin cromatismo, llamado por él el Caballito, en el que ejecutaba con arte y, sobre todo, con mucha gracia, los danzones, canciones, boleros y claves de los cuales era autor: obras que se distinguieron por la fineza, perfección y pureza de las formas.

Pasada la guerra de Independencia volvió la festividad de la cruz de mayo, pero ya no se colocaba en el centro al crucificado, ni se rezaba el rosario, ni se cantaban coplas y canciones alusivas al acto, sino que se comenzaba directamente por el baile, por lo cual se convirtió en una fiesta laica, buena para encontrar pareja y divertirse. Con el tiempo a sociedades llamadas de color y desapareció paulatinamente del contexto sociocultural de la República.

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