Volviendo a Leal en tiempos de pandemia

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Y sí, como a Leal hay que volver casi a diario, hoy vuelvo a él, a la luz de los nuevos acontecimientos provocados por la COVID 19; que por estos días, y muy a pesar nuestro, están acaeciendo en el mundo, pero particularmente en nuestro país.

Tensión, desvelo, trabajo sin hora y límites, trabajadores de la salud, otros vinculados a esta difícil pandemia, autoridades gubernamentales, políticas y de masas, todos laborando por los pacientes y población en general.

Los días del mayor pico de enfermos increíblemente se ha producido en este primer mes del año; algo que si bien se esperaba, resulta impactante.

Cada uno de los cubanos que convivimos en esta isla, no hemos interiorizado verdaderamente y a pesar de tanta información por todos los medios que esta enfermedad mata; sin distinción de razas, sexo, o edades.

Cuota de responsabilidad tenemos, y muy alta diría yo, por cierto, pues como decía mi abuela: “…Dios dice ayúdame que yo te ayudaré…”

El estado asume la casi totalidad de los gastos en que se incurre, pero y ¿nos ponemos a sacar cuentas de lo que se invierte realmente en cada persona a la que se hospitaliza, se aísla, se ingresa o sencillamente se le ofrece atención?

Es muy fácil, tal vez, juzgar tal o cual actitud y hasta cuestionar modos de atención y falta de recursos, pero lo que es mucho más difícil es juzgarnos a nosotros mismos y profundizar en nuestros procederes ¿Seremos lo suficientemente responsables y serios para protegernos y prevenir una enfermedad tan letal como esta?

Si hacemos un análisis profundo y crítico de nuestras actuaciones, salta inmediatamente ante nuestros ojos la infalible realidad, no estamos actuando acorde a estos momentos y situaciones en que vivimos; y lo peor es que muchos no lo queremos entender, ni ver, porque también dice un refrán popular que “…no hay peor ciego que el que no quiere ver…”

Las colas, necesarias para adquirir cualquier producto, hay que hacerlas, pero ¿y la distancia entre cada persona, cumplimos con ella? Esto es un tema que aún no resolvemos. Sólo salgamos a algún establecimiento que expenda comidas, medicinas, u otro bien necesario para simplemente vivir y nos daremos cuenta que NO, así con letras mayúsculas. No creemos ni en los administradores, ni en los compañeros habilitados para establecer el orden, ni remotamente en alguien que llame a la cordura y proponga: ¡por favor mantengan la distancia! Para nada, entonces es cuando, tal vez, arremetemos contra ellos y le decimos hasta del “mal que van a morir”, sin pensar en que morir; podremos todos si no damos crédito a cuánta indicación se orienta.

Reflexionando sobre esto fue que recordé a Leal, cuando una vez lo oí decir que “…no aspiraba a nada…solo a seguir siendo útil…”, y “…muchos son los que fundan, pero pocos los que perseveran…”, y me preguntaba entonces: ¿estaremos siendo lo suficientemente consecuentes con estos pensamientos y actitudes de este hombre que dejó huellas en cada rincón de su Habana, pero también de su Isla?

Para ser sincera creo que nos falta continuar aprendiendo de sus enseñanzas, y ahora más que nunca pienso que él estaría, como tantos otros, involucrado en salvar a este pueblo en el que confió siempre; le ofreció lo mejor de su obra y acción con el propósito de legarle todo lo que somos, y más, a las futuras generaciones.

Entonces acuden a mi memoria unas palabras que dijo en la despedida del historiador de la capital, el magnífico escritor y Director de Casa de las Américas, Abel Prieto Jiménez: “…Eusebio sin ninguna duda, nos sigue acompañando…”

Hagamos pues, realidad lo dicho y logremos que nos siga acompañando, pero obrando con la seguridad de que en cada uno de los cubanos tendrá un discípulo de entrega y responsabilidad, seguros de que eso; también es preservar el patrimonio y la identidad nacional.

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