El Camagüey: El escudo de realeza y el escudo patrio

Foto: Cortesía del autor
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Esa característica pareció subyacente en el primero de los diseños realizados por tres intelectuales criollos de la villa principeña peticionarios de escudo regional, boceto que una vez fuera recibido por el cronista de la Casa Real Francisco Doroteo y de la Carrera este modificara convenientemente con el visto bueno de S. M. (Su Majestad), al serle conferida por la Corona la titularidad de ciudad y otros atributos a la villa de Santa María del Puerto del Príncipe.

Signos de heráldica y elementos (leones, torreones, lambrequines de armas reales, color azul de nobleza, entre otros) más en correspondencia con el Imperio, complacientes sus representantes con la poderosa oligarquía de la Mayor de las Antillas. Hasta una corona ducal se endilgó como era usual para ciudades del reino en el Viejo Continente. Ningún signo distintivo cubano, nada del paisaje natural y urbano de la villa galardonada, que el rey nunca visitó.

Por demás, en nuestro criterio la acreditación fue tardía no obstante ser la villa una de las primeras poblaciones aborígenes visitada por la banda guerrera que capitaneara Pánfilo de Narváez y Fray Bartolomé de Las Casas, hacia el final del año 1513. A la falta anterior habría que sumar no tomarse en cuenta la resistencia armada ofrecida por la milicia urbana de remanentes de aborígenes, africanos y criollos, que resistieron la envestida pirática contra la «patria chica», en 1668.

De modo que, tal titularidad resultaba un hecho distintivo para envanecer y empoderar más a cabildarios peninsulares, el pueblo no contaba. En tanto, dejar en la invisibilidad que habrían sido hateros criollos los controladores del comercio de cueros, carnes y otras producciones con destino a británicos y galos que visualizara el Espejo de Paciencia, la obra literaria escrita por el poeta canario Silvestre de Balboa, ligado a contrabandistas.[2]

A fin de cuentas los criollos hasta la fecha en que Fernando VII firmó el decreto, en 1817, estaban empoderados de unas 200 hectáreas del poblado en que habrían levantado villa, construidas iglesias y conventos y enormes casas y sin atenerse tanto a la cuadriculada hispánica, y a hacer cuanto se les antojase en materia de libertades. Sabida la noticia del título por los criollos, más bien debió parecerles –como nos parece a nosotros -, un gesto dadivoso para agradecer las muestras de apoyo vertidas por los serviles de la oligarquía hatera durante su cautiverio francés; en tiempos en que corría la preocupación en el reino por la marcha de los asuntos políticos en su «provincia de Ultramar», donde cobraba vigor el movimiento liberal liderado por criollos seguidores de las prédicas del sacerdote revolucionario Félix Varela y en el continente de Bolívar.[3]

Un escudo defensor de lo nuestro

Ese resultó el escudo sugerido no por un criollo, sino por un cubano culto y patriota. Diseño que en nada supeditado a la heráldica hispánica. Ese vino a ser el signo de identidad regional marcado por los elementos identificativos del paisaje: la campiña camagüeyana, el bosque, la caña de azúcar y su producción fabril (calcularía su autor: «que daría solidez de conciencia y unidad política al proletariado»), el sol de la libertad en el horizonte, y los instrumentos de labor.

La estrella solitaria es síntesis de la unidad. En cuartel superior derecho el «Machete» esgrimido por los mambises en la epopeya liberadora. Al lado de este en latín Espes que significa «Esperanza», la de aquellos pueblos que la alimentan con trabajo. Cuatro banderas realzan la defensa del Camagüey por sus derechos y sus trabajos por la Libertad, desde 1826, 1851, 1868 y 1895.[4] Todo lo que hace «más fuerte su valor patriótico, histórico y su personalidad patriótica». Divisas que seguiremos defendiendo los hijos del Mayor Agramonte.

 

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[2] Silvestre de Balboa figuró en la extensa nómina acusatoria tramitada por el oidor de la real audiencia de Santo Domingo Alonso Manso de Contreras para enjuiciar y encarcelar a “rescatadores” principeños y bayameses, lo que le valió de la Corona “recaudos” para ejercer el oficio de escribano del cabildo de Puerto Príncipe.

[3] Vale saberse que el diseño del escudo original y del fundamento del título de ciudad, alterado con clara intencionalidad política por el cronista real, se debió al criollo principeño Lic. Manuel de Jesús Arango y Ramírez, quien integraría como muchos la liga Cadena Triangular de Puerto Príncipe para obtener la independencia de Cuba.

[4] Por acuerdo del Consejo Provincial de Camagüey reunido el 22 de diciembre de 1926 fue aprobado el escudo oficial de la Provincia de Camagüey, según la solicitud presentada por el concejal y ex oficial del Tercer Cuerpo del Ejército Libertador Ángel Hernández Navarro. Imagen que pasaría a imprimirse en documentos oficiales y para reconocer a personalidades extranjeras y cubanas merecedoras del mismo. Fue ratificado en sesión solemne y extraordinaria de la APPP en ocasión del Centenario de la Asamblea de Jimaguayú, el 13 de septiembre de 1995.

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