La crónica que hoy les propongo es la primera de una serie que nos acercará a tres hermanas llamadas María; tres camagüeyanas que aman la Historia, y para honrarla siguieron sus pasos desde la educación y la enseñanza.
En su labor como maestras de esa asignatura, y como revolucionarias, enfocamos la mirada. Comencemos por la mayor de ellas.
María Caridad Álvarez Núñez
Es la hermana mayor y la primera que decidió enrumbar su vida por los senderos de la enseñanza. La pasión por la Historia llegó después, cuando ya impartía clases.
Para descubrir el misterio de las tres María(s) fui hasta su residencia familiar, donde viven juntas desde pequeñas y comparten saberes con familiares, vecinos y alumnos, además de las labores hogareñas.
Después de un sabroso café, nos “fuimos en un viaje” de recuento hasta la Campaña de Alfabetización, cuando ella emprendió su camino. Al terminar, se motivó por las clases y decidió estudiar para hacerse maestra. Se graduó en el año 1967 y la ubicaron durante dos años en Minas de Frío -Pinar del Río.
Al finalizar el adiestramiento, comenzó a trabajar en el preuniversitario Camilo Cienfuegos (conocido como Los Camilitos), del cual aún se siente parte, pues permaneció 34 años en la institución formadora de militares; y siente orgullo de haber contribuido a la educación de personas que hoy son altos dirigentes del Ejército en todo el país.
Entre sus alumnos sobresalen el Héroe de la República de Cuba, Orlando Cardoso Villavicencio, y otros generales fallecidos en Angola, cuando cumplían misiones internacionalistas. Esas pérdidas le causaron mucho dolor.
Pero mejor no hablemos de sus tristezas, porque María Caridad ha tenido también muchas satisfacciones. Ella cuenta que cuando asiste a la consulta del Hospital Militar, por sus dificultades visuales, mucho la conmueve encontrarse con médicos y otros integrantes del personal de salud de quienes en seguida recuerda sus rostros, aunque no siempre sus nombres.
Sin embargo, sus antiguos discípulos la reconocen como la profe de Historia, y vienen a brindarle ayuda y a interesarse por la causa de su visita.
Con voz entrecortada asegura que ver a tantas generaciones de profesionales que han pasado por sus aulas y aún la recuerdan con cariño, es -sin dudas- la mayor satisfacción que puede tener un maestro.
Antes de despedirme de la primera María Caridad, ella comparte un llamado a los nuevos maestros, para que enfaticen en sus clases en compartir conocimientos acerca de toda la belleza que guarda la historia de esta tierra. Son contenidos que no siempre están incluidos en los programas de estudios.
María Caridad también convida a cuidar esos valores distintivos del camagüeyano, como el buen decir y el apego a sus espacios públicos con buena higiene y mejor imagen.
Las tres María(s) y la Historia
Las tres afirman que quizás fue “cosa del azar” que las dos últimas siguieran los pasos de la hermana mayor. Y que las sedujo la belleza de la Historia, sobre todo de la local, tan rica en personalidades y valores patrios.
Para profundizar en sus razones, regresaré con otras dos crónicas dedicadas a María Julia y María Elena. Si algo en común habita en las almas de las tres maestras es el amor por su Camagüey.



