En 1908 se funda el Partido Independiente de Color (PIC) para tratar de acabar con la preterición y discriminación racial imperante en Cuba y establecer la República con un programa que demandara el cumplimiento de la Ley suprema a favor de las clases populares. Ante la masacre de sus integrantes, las familias se pronunciaron desde el periódico El Camagüeyano el 22 de mayo de 1912.
El Camagüeyano protagonizó desde sus páginas la peliaguda situación en torno a los sucesos de la masacre de los independientes, y a la vez se hizo cómplice de la madurez crítica en ascenso de los elementos de los sujetos históricos subalternos sacudidos por el contexto de sangre y muerte del gobierno de José Miguel Gómez hacia los integrantes del PIC.
La muerte de sus hermanos de condición racial y el contexto asfixiado por la politiquería nacional los conllevó a denunciar las injusticias con los de su condición.
“Al Pueblo Cubano.
En particular a la raza de color. El grito de angustia de una situación que muere.
Defendamos las libertades cubanas.
¿Quién encarceló a los directores de ese Partido? El Gobierno.
¿Quién está cazándolos como se hacía con los esclavos cimarrones? El Gobierno, que les permitió primero alzarse con toda comodidad.
¿Quiénes integran ese Gobierno? Los hombres que llevó el Partido Liberal.
¿Quién defendió a los de color cuando su prisión? Un Conservador, el hombre que, en la sombra de los directores de ese Partido, de los protervos de siempre, no para la República como otros que extravían la conciencia del Pueblo. Ese hombre es el Gral. Rafael Andrade.
¿Y con todo esto volverán los ciudadanos de color que sientan como hombres conscientes, a ser instrumentos de los mismos hombres y el mismo sistema? No lo creemos parias.
Más de 600 personas firman, se destaca la presencia de muchas mujeres entre ellas: Gertrudis Chávez”.
Repercusión de la violencia contenida
Como resultado del ambiente de resistencia hacia la segregación racial que, sobre una plataforma de desprecio justificado hacia los negros y mestizos por el proceso nacional del alzamiento de 1912, tuvo como respuesta, además de las persecuciones antes referenciadas, violencias físicas de blancos hacia los negros. A pesar de que en esta ciudad no hubo incidencias directas del PIC, las noticias de la prensa, y por supuesto, la voz popular, expresó todo lo sucedido a nivel nacional y eso condicionó las mentalidades de ambos sectores sociales:
El Parque Agramonte convertido anoche en campo de batalla.
Anoche, 28 de noviembre de 1915, un chiquillo arrojó sobre una joven de color un huevo, manchándole como era consiguiente las ropas que vestía. Entonces un grupo de color que también se paseaba por el parque, corrió detrás del menor y este emprendió veloz carrera sin que fuera alcanzado.
Así las cosas, otro grupo de blancos, se abalanzó sobre los que perseguían al niño y aquí el fenomenal escándalo, en que de una y otra parte se agredieron a tiros de revólver que partían de los distintos extremos del Parque Agramonte, y el que no portaba armas, hacía uso de la silla, del bastón u otro objeto que encontrara a su alcance.
La jovencita Digna Varona y González transgredió los límites de la discriminación.
Vecina de San Patricio 14, recibió una herida de proyectil de arma de fuego, en la región glútea derecha, de pronóstico grave.
Armas Ocupadas
El teniente Señor Américo de Miranda llegaba al Parque de Agramonte, vio que el policía Miguel Monteagudo, de la raza de color, disparaba su revólver, el cual ocupó por ignorar que Monteagudo fuese vigilante de la policía”.
Los negros y mestizos, ante semejante suceso, aspiraron pedir garantías a los Tribunales de Justicia, paso avanzado desde la arista política y diplomática.
La prensa consideró este hecho como una sencilla malcriadez, pues minimizó la verdadera causa del tiroteo, al punto que quedó como un hecho aislado entre jovenzuelos. ¡Craso error!
Martí y Maceo, escudos de la nacionalidad
Ante la gravedad de los sucesos, la prensa utilizó un verbo consecuente incluso con los principios martianos – maceístas, de la igualdad de las razas, cubanos como suma de todos los derechos a la fraternidad.
Bibliografía
– Periódico El Camagüeyano (1912-1915).